La filosofía de Heráclito, pensador político y místico.

 





A propósito de un ensayo de Filippo Venturini «Todo lo dirige el rayo. Heráclito: político y místico» (il Cerchio)

por Giovanni Sessa

Filippo Venturini «Todo lo dirige el rayo. Heráclito: político y místico» (il Cerchio)

Filippo Venturini es conocido por algunas publicaciones significativas sobre arqueología. Estudioso desde siempre interesado en el pensamiento antiguo, en particular en la filosofía presocrática, acaba de publicar un interesante estudio sobre Heráclito, Todo lo dirige el rayo. Heráclito: político y místico, disponible en las librerías por la editorial Il Cerchio (para pedidos: info@ilcerchio.it. El ensayo concluye con una recopilación de fragmentos del pensador de Éfeso en la edición Diels-Kranz, de los cuales el autor ofrece, en varios casos, una traducción crítica y alternativa, acompañada de comentarios absolutamente pertinentes y compartibles sobre los dichos heracliteos.

El volumen, desde las primeras páginas, deja claro que Venturini ha adquirido un conocimiento poco común, tanto de los textos del filósofo «oscuro» como de la literatura exegética más acreditada sobre el tema. El libro se divide en tres capítulos: en el primero, el ensayista se ocupa de la inspiración política que caracteriza la visión del mundo del aristócrata griego; en el segundo, aborda los complejos teóricos más significativos de la especulación del filósofo; en el tercero, por último, presenta el trágico final de Heráclito, interpretándolo como consecuencia inevitable de la inactualidad política de las tesis del gran presocrático. En el inicio del texto, Venturini, basándose en la lección de Nietzsche, señala cómo los griegos, en su tradición, también acogieron visiones exóticas procedentes de Oriente, reelaborándolas de forma original, a la luz del ethos helénico. En particular, sostiene que: «Heráclito es un pensador [...] político, en el sentido más amplio y exhaustivo del término [...] un pensador de la polis, un pensador comunitario» (p. 8). Su filosofía está ligada, dada su herencia nobiliaria, al trasfondo mítico de la cultura religiosa poliádica. En su vida y en sus fragmentos se aprecia claramente el surgimiento de dos tendencias fundamentales que, según Colli, dieron lugar a la kultur helénica: la propensión místico-dionisíaca y la tensión apolíneo-política, esta última tendente a dar «forma» a la caótica conflictividad de la vida.

Participó personalmente en la vida de Éfeso, apoyando el intento político de Hermodoro. Su concepción antiduista y relacional de los opuestos, dada la lección de Teognides, le llevó a interpretar el polemos vigente en la polis como síntoma de lo que ocurre en la physis. Venturini, con Gadamer, considera que las continuas referencias a la phronesis, «virtud, razonabilidad de la acción», presentes en los fragmentos, atestiguan, con toda evidencia, el carácter eminentemente práctico del pensamiento del efesino. Heráclito pensaba, al igual que los demás sabios helénicos, que la physis estaba en sintonía con la politeia, la «constitución». La dimensión «democrática», entendida en el sentido griego, que Preve encuentra en Heráclito, no contrasta con el ánimo aristocrático del pensador: tras el fracaso del proyecto de Hermodoro, su naturaleza noble le llevó a despreciar a las masas, insensibles ya a cualquier política anagógica. La integridad del cosmos y la polis se veía amenazada, en ese momento histórico, «por las fuerzas contrapuestas y centrífugas del egoísmo de los individuos y las facciones, generadas por la codicia de la riqueza» (p. 10). La irrupción de la moneda en el mundo griego había producido eris, corrompiendo a una parte significativa de la propia aristocracia. Al atomismo social que traían consigo las nuevas clases plutocráticas emergentes, Heráclito opuso, con inusual potencia teórica, la estructura orgánica del cosmos, entendido como un espacio ordenado por leyes.

Con esta referencia a la visión helénica auroral, quiso «despertar» a los inconscientes, a los «dormidos». Los hombres son un momento de la armonía cósmica de la que habla el fragmento 30: «cuya esencia es el destello perpetuo de la luz (physis) desde la oscuridad que la rodea» (p. 11). La luz pone de relieve los «elementos» que constituyen lo real, a través de los metra, el espacio y el tiempo. A este avance natural, el hombre responde con la vista, el «ver», que revela el aphanes, la armonía de todas las cosas, de la que habla el fragmento 54. Heidegger señaló que esta armonía «discreta» es: «algo que se tiene constantemente ante los ojos, pero de lo que no se es consciente» (p. 11). Quien capta esta conciencia, llega al origen, al principio, a la coincidentia oppositorum, más allá de la lógica diairetica de la identidad. Llegar a ella implica «conocerse a uno mismo», controlar los impulsos katagógicos que nos constituyen. Heráclito y los griegos no conocían la «metafísica», sabían que lo uno solo se da en lo múltiple y que «lo más allá», si se quiere utilizar ese término, vive en el «aquí y ahora» del presente eterno, en la conjunción de kairos con aion, en la memoria comunitaria de la polis. Colli sostenía que tal instancia cognitiva es «vivida» e incomunicable, en cuanto contacto con el fondo abismal de la vida, maravilloso y trágico a la vez.

La política y la mística coinciden en Heráclito: la polis da testimonio de la unidad de lo finito y lo infinito, hace posible ver: «la unidad del todo y la competencia entre los opuestos» (p. 14), como se desprende del fragmento 53.  Debido a la decepción sufrida tras el fracaso del proyecto de Hermodoro, Heráclito se sumergió en la naturaleza salvaje y se dedicó al «vagabundeo». No fue esta, comenta Venturini,  una elección antipolítica, sino un testimonio extremo de la vocación místico-política auténticamente helénica. Heraclito, en los bosques, «vivió», como supo Bruno, el sentido último del mito de Acteón, captó el ser uno de sujeto y objeto: todo es dynamis, posibilidad-potencia-libertad. El cliché escolar que presenta a Heraclito «llorando» debe, por tanto, invertirse en Heraclitus ridens. Heráclito es el filósofo del umbral que une el tiempo y la eternidad, por lo que los efesios veneraban sus restos mortales. El filósofo se esforzó por enseñar a sus conciudadanos que la vida desnuda solo puede ser amada y vivida en la polis ordenada, transcripción de los ritmos de la physis.

Filippo Venturini, Tutto dirige la folgore. Eraclito: politico e mistico, il Cerchio, pp. 187, 24,00 euros.

Commentaires

Posts les plus consultés de ce blog

El fin de Olimpia

Reflexiones sobre la tragedia de Valencia. Lo que nadie se atreve a decir

Los "valores"de Wokoccidente