La desaparición de Giuseppe Del Ninno: una vida marcada por el coraje
«No siempre los rebeldes pueden cambiar el mundo. Pero el mundo nunca podrá cambiar a los rebeldes».
Lamentablemente, Giuseppe Del Ninno nos ha dejado. En los años más difíciles, eligió seguir el camino de las «Nuevas Síntesis» y fue uno de los primeros colaboradores de Diorama Letterario. Un intelectual y escritor de pluma exquisita, siempre generoso con sus buenos consejos.
Amigo de Alain de Beniost desde hacía más de medio siglo, tenía un don especial: según Giuseppe, el pasado era tal porque podía darnos excelentes consejos y, lo que es muy acertado, lo es en la medida en que no se convierte en un fetiche.
Lo que le molestaba mucho era la hemiplejía ideológica. Sin embargo, esto nunca le alejó de sus raíces familiares y amistosas. El discurso se refería incluso a sus experiencias vitales. Esto sin demonizar nada de sus elecciones, ya que tenía la capacidad de comprender que nada permanece igual, porque está sujeto a los cambios del paso del tiempo, moldeándose cada vez en función de la experiencia adquirida. Sin duda, estaba muy lejos de la rigidez interpretativa en el campo de las ideas, los pensamientos y los conceptos.
Sus prerrogativas, su atención y sus intereses eran todo lo contrario. Animador de lo que erróneamente se sigue definiendo como «Nueva Derecha», en lo que respecta a la fijación por poner apodos a diestro y siniestro, un clásico de quienes no conocen ni se interesan por el tema, tenía estilo. Aunque vivía en Roma, era de origen napolitano. El suyo era un estilo. Sí, un estilo que muchos han definido como «de otros tiempos». Para ser más precisos, un estilo, pero también una predisposición innata para relacionarse con los demás, sobre todo cuando no compartía sus ideas. Su oposición a algo tenía como objetivo el debate y la confrontación, nunca como fin en sí mismo.
Giuseppe Del Ninno era un cinéfilo, otra pasión que le unía a Alain de Beniost. Su obra Ecce Alien. A schermo spento, piombo, sogni e celluloide (Ecce Alien. Con la pantalla apagada, plomo, sueños y celuloide) es un compendio visionario que tenía un objetivo declarado: «Proporcionar al lector, a partir de una serie de películas, algunas ideas adecuadas para comprender los cambios en la mentalidad, las costumbres, la sensibilidad actual, en una palabra, en la cultura de nuestra zona geocultural, a lo largo de un significativo periodo de veinte años del siglo pasado». Su intención, más que noble, era animar al lector a interesarse por los mismos temas también en el siglo actual.
El estudio de las mentalidades, sin la neurosis de tener que perseguir la actualidad, también le caracterizó en su carrera como periodista publicista. En su libro autobiográfico La guerra addosso (Oaks Edizioni), emerge la memoria del siglo XX, la historia de su familia en ese pequeño «mundo antiguo» en el que hunden sus raíces. Un largo viaje que le llevó a creer en el sentido del destino («amor fati») y poco en la aceptación de la famosa «cultura del lloriqueo» ya descrita por Robert Hughes en el lejano 1983.
Su última obra, La vedova nera. La prima indagine di Ernesto di Gianni, publicada por Bietti Edizioni, narra las vicisitudes de un hombre que se enfrenta «al dolor, a los fantasmas del pasado, a los peligros de un presente en el que se mezclan pasiones privadas y misterios públicos». Los fantasmas del pasado están lejos, pero los peligros del presente son múltiples. En cuanto al dolor, se parecía más a «un sentimiento de vacío» y de malestar que se podía leer en sus ojos (Heidegger, «Unwohlsein»). Y es cierto que todo ello no estaba marcado por la distancia entre Giuseppe y su «ser-en-el-mundo». En el último año de su vida, no era tan difícil vislumbrar la distancia que ponía entre sí mismo y su renuencia a afrontar su propia finitud. Con valentía, la misma que demostraron su esposa Patrizia y sus tres hijos.
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