¿Hay una ruptura dentro de los BRICS?
Kerry Bolton
El conflicto sino-indio señalado por el TLC Indo-NZ
Ya no es común darse cuenta de que existe un intenso abismo histórico entre India y China. Este conflicto entre dos vastos bloques de civilización mundial ha quedado oculto desde la creación del BRIC, como se denominó originalmente, con una cumbre intergubernamental entre Brasil, Rusia, India y China en 2009. Sudáfrica se unió en 2010. La organización se ha ampliado para incluir a Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Indonesia, Irán y Emiratos Árabes Unidos, y ahora se denomina en ocasiones BRICS Plus.
El BRICS ha creado varios órganos subsidiarios, como el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), con sede en Shanghái, que parece ser principalmente una alianza entre intereses financieros chinos. Algunos ven en ello un empuje contra la globalización. Sin embargo, el NDB funciona dentro del sistema bancario internacional. Por ello, en 2022, de acuerdo con los «principios bancarios sólidos» del Banco, se suspendieron las transacciones con Rusia, debido a las sanciones impuestas a este país como reacción al conflicto con Ucrania. Hasta aquí la alianza de los BRICS.
Aquí podríamos empezar a apreciar el carácter de la alianza: durante el siglo XIX, antes de ser reducida a vasallaje por una combinación de potencias mayoritariamente blancas (Rebelión de los Bóxers), China se postulaba como el Reino Celestial ante cuyo Emperador se esperaba que todos los soberanos se doblegaran. China vuelve a actuar en la escena mundial como el centro del universo. Las alianzas o la colaboración con China no se basan en una reciprocidad igualitaria, sino en la antigua autopercepción china de su supremacía mundial.
El Acuerdo de Libre Comercio de Nueva Zelanda con China data de 2008. Nueva Zelanda inició un proceso de desmantelamiento de la industria manufacturera en la década de 1980, como preludio de su integración en un bloque económico asiático. Lo que se produjo fue una subordinación al desarrollo económico de China, que ha permitido la prepotencia de este país hacia Nueva Zelanda en materia de asuntos exteriores y relaciones comerciales. Lo hemos visto siempre que Nueva Zelanda trata con Taiwán o Tíbet, y ahora con India, su «aliado» del BRICS.
Con el vertiginoso desarrollo por parte de Nueva Zelanda de un TLC con India, podríamos discernir el verdadero carácter de la dinámica geopolítica en el Indo-Pacífico. Cuando el primer ministro Luxon viajó a India y fue agasajado por el Gobierno de Modi con declaraciones de que se concluiría un TLC en 90 días, y luego incluso en 60, se le cayó la cara sonriente a la diplomacia china, y el dragón gruñón dio la «advertencia» de que o es China o es India. No puede haber un Ménage à trois entre Nueva Zelanda, China e India.
Los sentimientos indofóbicos de China
Teniendo en cuenta el BRICS, cabría suponer que China se alegraría de que Nueva Zelanda se acercara al socio chino del BRICS. Sin embargo, esto es malinterpretar la enemistad histórica entre ambos.
El embajador chino en Nueva Zelanda, Wang Xiaolong, emitió una declaración pública en su cuenta «X» que debería desengañar las suposiciones basadas en la falta de contexto histórico:
En las relaciones internacionales, como quizás en cualquier otra relación, la miopía y la visión de túnel a menudo significan que, en lugar de mantenerse por delante, o al menos en la curva, uno se verá superado por los acontecimientos y las tendencias a largo plazo. En la mayoría de los casos, no sirve de nada intentar promover una relación importante perjudicando a otra.
El comentario de Wang tiene un profundo significado, pero no es sorprendente que recibiera escasa atención de los medios de comunicación.
Wang alude a factores que no son evidentes ni siquiera para los funcionarios del gobierno, que probablemente no conozcan las realidades más profundas que se esconden tras la apariencia superficial. Estos factores oscurecidos son las hirvientes tensiones que conforman la relación real entre China e India, tras la fachada de los BRICS. Las «tendencias a largo plazo» a las que se refiere Wang apuntan al conflicto siempre presente entre India y China, y de hecho entre China y otros Estados de la región, que hace problemática la estabilidad de los BRICS, al igual que la posición de Rusia, cuya relación hostil con China ha sido históricamente de mayor duración e intensidad.
India, un baluarte
Asia es un hervidero de conflictos, que incluyen inestabilidad económica y medioambiental, tras un barniz de crecimiento. El control por parte de China de las cabeceras de la meseta tibetana, que abastecen a la mayoría de los principales ríos de Asia, es una preocupación crucial para muchos Estados asiáticos, en particular para India. China podría cerrar los grifos a voluntad. China, lejos de ser un gigante económico, está plagada de problemas, y si se sube a una cinta de crecimiento fuera de control acabará agotándose. Ante el colapso, China podría buscar la confrontación con sus enemigos, incluidos los latentes, entre los que se encuentra Rusia, mientras que los enfrentamientos físicos entre soldados indios y chinos por territorios fronterizos en disputa, a pesar de los BRICS, nunca han cedido.
En cuanto a la nueva relación de Nueva Zelanda con India, al igual que con Rusia, India es un baluarte contra el expansionismo chino, que sigue siendo una preocupación primordial para el Indo-Pacífico. India, además, no forma parte de la «Asia» mongola. Su herencia se inscribe en el contexto de lo «indoeuropeo», como el propio término debería hacer evidente, pero que, sin embargo, es olvidado o ignorado por quienes sólo pueden ver el espectro de las «caras oscuras». En particular, los estratos dirigentes siguen estando más cerca de los europeos que de los «asiáticos».
China no es más aliado genuino y duradero de Rusia que de India. China ve todas las cartas desplegadas a su favor en cualquier alianza, y su «amistad» con Rusia no ha sido una excepción, pues esta «amistad» ha permitido a China hacer retroceder a Rusia de esferas tradicionales, como Mongolia. Ha sido unidireccional, ya que China sigue percibiéndose a sí misma como el centro del universo. Deberíamos cultivar alianzas tanto con Rusia como con India, en lo que en 2013 denominé una «Alianza ANZAC-Ruso-India», en respuesta a la multiplicidad de problemas que surgirán en breve en la región. Esperemos que el ALC con la India indique un paso hacia esa nueva dirección.
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