El Auge de Asia: Una Restauración del Orden Natural del Mundo
Brecht Jonkers
El auge de Asia no es algo nuevo. Es la restauración del orden natural del mundo.
Este gráfico aún tiene fallas que benefician enormemente a Occidente, ya que se extiende hasta el año 1700 y, por lo tanto, no muestra qué tan increíblemente larga fue la período de dominación económica mundial de China e India.
Pero sí destaca algunos aspectos cruciales. China fue la potencia económica mundial dominante durante la mayor parte de la historia humana registrada, hasta bien entrado el siglo XIX. El único competidor que hubo fue India, por ejemplo, bajo los gobernantes mogoles. Ninguna otra nación se acercó nunca a China e India en su apogeo hasta hace menos de 150 años.
La única forma en que Occidente pudo someter a ambas potencias orientales fue a través de cantidades excesivas de violencia. Como dijo Samuel Huntington, la "superioridad occidental en la aplicación de la violencia organizada" fue lo que les permitió conquistar el mundo en el siglo XIX.
Las Guerras del Opio fueron el punto crucial y decisivo en la historia reciente de China, iniciando el Siglo de la Humillación y provocando el colapso de China a favor de Europa y, más tarde, de América. Mientras que los europeos apenas recuerdan que este conflicto tuvo lugar, ya que estamos condicionados a olvidar cualquier cosa mala que nuestra sociedad haya hecho (aparte del Holocausto), para China, las Guerras del Opio fueron un momento decisivo que determina prácticamente todo lo que sucedió desde 1839 en adelante: desde el robo de Hong Kong y Macao hasta el período de ocupación japonesa, y la secesión en curso de la provincia satélite estadounidense de Taiwán.
Esta es una fuerza motriz interna que reside en la mente de cada estadista chino, desde el programa de industrialización rápida de Mao Zedong, hasta las reformas económicas de Deng Xiaoping, y la expansión de las capacidades de defensa chinas por parte de Xi Jinping. Este es el “Nunca Más” que forma un pilar de la conciencia nacional china, que los occidentales continúan sin entender.
La India pasó por un destino aún peor. La reconocida economista Utsa Patnaik calculó que, bajo la ocupación colonial británica directa, India fue saqueada de 45 billones de dólares en riqueza entre 1765 y 1938. Las estimaciones conservadoras, como la del journal World Development, sitúan la mortalidad excesiva en 50 millones de víctimas causadas directamente por la política colonial británica entre 1891 y 1920 solamente. Un período de solo 40 años. Daños de proporciones apocalípticas, de los que India aún no se ha recuperado completamente hasta el día de hoy.
En ambos casos, Gran Bretaña fue el principal culpable y la fuerza motriz detrás de la destrucción de India y China. Y aun así, como muestran las estadísticas, el Imperio británico nunca estuvo cerca de la potencia económica que cualquiera de los dos reinos asiáticos poseía en su apogeo. Britannia puede afirmar haber gobernado los mares, pero definitivamente nunca logró dominar los marcadores históricos.
Solo Estados Unidos ha logrado ser un desafiante y vencedor temporal en la competencia con China por el título de hegemón económico. Pero ese tiempo ya ha pasado, y China está una vez más en la cima. Como la historia humana nos ha demostrado que debería ser.
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