Se acabaron los populistas. Es la hora de los abstencionistas. Que no molesten a los oligarcas

Augusto Grandi

https://electomagazine.it/basta-con-i-populisti-e-lora-degli-astensionisti-che-non-infastidiscono-gli-oligarchi/

Flavia Perina, ex periodista de Missina electrocutada en el camino de Elkann, explica que el tiempo de los populistas ha llegado a su fin. Un epitafio sobre la tumba de los grillini, una advertencia a Conte por el nuevo rumbo de los restos del Pentastellati pero, sobre todo, un rechazo preventivo a los intentos de Vannacci, Alemanno y Rizzo de crear algo nuevo, diferente, alternativo. Ya no es el momento, asegura la periodista.

Quizá lo sea, quizá tenga razón. Aunque el populista Trump acabe de triunfar barriendo la vieja política demócrata e incluso republicana. Pero a la mitad de los italianos que, a estas alturas, desertan de las urnas, quizá les gustaría tener la oportunidad de elegir entre partidos que no tengan programas de fotocopias, que no estén al servicio de gobiernos extranjeros o multinacionales, que no sean los lacayos de los banqueros. Y, de hecho, que tengan una clase dirigente mínimamente conectada con la realidad de las familias italianas.

Luego, por supuesto, nadie puede garantizar los efectos de cualquier éxito de los nuevos movimientos. El ejemplo es el del movimiento alemán de Sahra Wagenknecht. Nacido del terror a los partidos tradicionales, acusado de representar lo peor del rojobrunismo, pintado como la quinta columna de Putin. Y con un considerable éxito electoral inmediato. Pero la representante del mal absoluto, del populismo de izquierdas que no quiere inmigración salvaje ni guerra contra Rusia, empezó a negociar con los partidos tradicionales para formar gobiernos en los Länder donde obtuvo excelentes resultados. Y, de repente, su populismo dejó de dar miedo y desaparecieron las acusaciones de rojobrunismo. Dentro de unos meses, en las elecciones parlamentarias alemanas, se verá si la «normalización» da sus frutos en términos de consenso.

Por supuesto, si el movimiento de Wagenknecht se redujera, la CDU y el SPD estarían contentos y seguirían excluyendo a la Afd, volviendo a la norma del desinterés popular por la política.

Que es entonces lo que quieren los antipopulistas italianos. El voto popular es inútil, sólo sirve para decidir, una y otra vez, qué oligarquía debe prevalecer. El familismo de Giorgia o el amiguismo de Elly. Para la competencia hay que buscar en otra parte.

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