Georgia bajo presión: carrera por el control y la soberanía

 



En las elecciones parlamentarias celebradas en la república georgiana del Cáucaso Sur, la comisión electoral ha declarado vencedor al partido nacional conservador «Sueño Georgiano», del multimillonario Bidzina Ivanishvili, con el 54% de los votos.
Por Elena Fritz

Las recientes elecciones parlamentarias en Georgia, en las que el partido Sueño Georgiano (GT) volvió a asegurarse la mayoría en el gobierno, ilustran cómo el país se encuentra cada vez más atrapado entre los frentes de las grandes potencias. La posición estratégica de Georgia en el Cáucaso la convierte en un punto focal de la lucha geopolítica entre la UE, la OTAN y Rusia. Los actores occidentales se esfuerzan por integrar estrechamente a Georgia en su esfera de influencia, mientras que el gobierno de Tiflis trata de mantener un equilibrio neutral bajo la tutela de la OTAN, un planteamiento que está siendo cuestionado tanto por las tensiones políticas internas como por la presión exterior.

Para la Unión Europea, Georgia es algo más que un socio de la Asociación Oriental: es un aliado potencial en la interfaz con Rusia. Durante años, la UE ha intentado vincular a Georgia a ella económica y políticamente, siendo los programas de apoyo, los proyectos de infraestructuras y las exigencias de reforma elementos clave de esta estrategia. Bruselas se presenta como partidaria, pero las condiciones impuestas a estos programas dejan poco margen para una política nacional independiente.

Un ejemplo es la financiación continuada de la UE a organizaciones de la sociedad civil que promueven los valores occidentales y a menudo refuerzan a las fuerzas prooccidentales. Esto contribuye a la polarización de la sociedad georgiana y empuja al gobierno a alinearse más claramente con los intereses occidentales, un rumbo que cuestiona cada vez más la pragmática política rusa de GT. La UE también está presionando a Georgia en materia de política de seguridad, por ejemplo ampliando la cooperación militar con la OTAN. La estrategia subyacente es clara: como socio de la OTAN, Georgia debe convertirse a largo plazo en un puesto avanzado de Occidente en el Cáucaso.

Integración en la OTAN: ¿factor de seguridad o de riesgo?

La cooperación con la OTAN, incluidas las maniobras conjuntas y la armonización militar con los estándares de la Alianza, acerca peligrosamente a Georgia a una confrontación con Rusia. Moscú considera el Cáucaso como parte de su esfera de influencia y ha dejado claro en repetidas ocasiones que la expansión de la OTAN en la región se percibe como una amenaza existencial. El conflicto por las regiones separatistas georgianas de Abjasia y Osetia del Sur también sigue siendo un tema delicado. Cualquier nuevo paso hacia la OTAN provocaría las reacciones políticas y militares de Rusia, un escenario que podría convertirse en una amenaza directa para Georgia.

GT ha reconocido este factor de riesgo y por ello se ha abstenido oficialmente de solicitar el ingreso en la OTAN en un futuro próximo. Sin embargo, la creciente conexión con la OTAN a través del «estatus de asociación» pone en entredicho esta política de neutralidad y podría empujar a Georgia hacia un papel que ofrezca ventajas estratégicas para Occidente, pero que podría provocar una escalada para la propia Georgia.

Divisiones internas: La división de la sociedad georgiana

La sociedad georgiana está profundamente dividida: La oposición, bajo el «Movimiento Nacional Unido» (UNM) y la «Coalición por el Cambio», aboga abiertamente por una clara integración occidental y ataca al gobierno de GT por considerarlo «amigo de Rusia». Estos frentes políticos no son sólo de naturaleza ideológica, sino que también tienen un impacto real en la estabilidad política interna. La Presidenta Salome Zurabishvili, por ejemplo, llama a la población a protestar y habla de «elecciones rusas». Tales posturas reflejan las profundas divisiones de Georgia, donde los votantes metropolitanos prooccidentales quieren seguir adelante con el rumbo europeo, mientras que las partes más conservadoras del país no quieren romper del todo las relaciones más tradicionales con Rusia.

La UE, a su vez, apoya indirectamente estas tensiones promoviendo ONG y movimientos políticos prooccidentales que ejercen presión sobre el gobierno y ponen así en peligro el equilibrio interno. Estas tensiones podrían utilizarse cada vez más desde el exterior para desestabilizar al gobierno georgiano e imponer un liderazgo claramente prooccidental si el «sueño georgiano» mantiene su rumbo neutral.

Opciones de realpolitik para Georgia en el orden multipolar

En teoría, Georgia podría desempeñar un papel clave en un orden mundial multipolar en el que sería un actor soberano, cultivando tanto asociaciones económicas con la UE como relaciones pragmáticas con Rusia. Sin embargo, el camino para ello es estrecho: los programas occidentales y la cooperación militar han colocado a Georgia en una posición en la que sigue dependiendo del apoyo occidental.

Asociaciones alternativas, por ejemplo con China u otros actores euroasiáticos, podrían proporcionar a Georgia ventajas económicas, pero implicarían la pérdida del apoyo occidental y el endurecimiento de las sanciones.

En esta constelación, una cooperación más estrecha con otros actores euroasiáticos -por ejemplo, como centro logístico para el comercio con China- podría ser una alternativa estratégica, pero la dependencia del gobierno de las inversiones de la UE y del apoyo de la OTAN le deja poco margen de maniobra. En teoría, el orden mundial multipolar podría permitir a Georgia una mayor independencia, pero actualmente no existen alternativas concretas a Occidente.

Conclusión: El futuro de Georgia, entre la integración y la soberanía

Georgia está atrapada en un dilema: La verdadera independencia que persigue el gobierno del «sueño georgiano» está limitada por los mecanismos de influencia occidentales. La UE y la OTAN seguirán persiguiendo agresivamente sus intereses para atar firmemente a Georgia a su esfera de influencia. Apenas existe ninguna posibilidad realista de que Georgia se posicione como un actor independiente sin arriesgarse a perder el apoyo de Occidente.

Mientras Georgia siga vinculada a Occidente en términos de política de seguridad y economía, difícilmente tendrá la autonomía estratégica que sería posible en un orden multipolar. Los próximos años demostrarán si el «sueño georgiano» puede mantener la política de equilibrio a largo plazo - o si Georgia se convertirá finalmente en una esfera de influencia occidental.

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