El Titanic argentino. Un nuevo capitán, la misma ruta....


 

 

 

 

Pablo J. Davoli


 

I.- Contexto histórico:

Desde 1976 hasta hoy, Argentina padece un problema crónico de deuda pública que tiende a su propio agravamiento. En efecto, al 24 de Marzo de 1976, cuando la Presidente María Estela Martínez de Perón fue depuesta por un golpe de Estado, Argentina tenía una deuda externa que, como mucho, ascendía a US$.9.000 Millones, de los cuales sólo US$.5.300 pesaban sobre el erario público (el resto constituía deuda externa privada). De allí en adelante, si bien con diferentes grados y modalidades según el Presidente de turno, la compleja estructura estatal argentina, en todos sus niveles, no ha cesado de endeudarse rápida y masivamente, desangrándose en el camino con el pago de los cuantiosos intereses correspondientes. Este proceso auto-destructivo fue denunciado elocuentemente en el Senado nacional, el 22 de Agosto de 2000, por el -entonces- Arzobispo de la ciudad de La Plata, Mons. Héctor Aguer:

Una pesada lápida amenaza caer sobre nosotros sepultando nuestro propósito y deber de constituir efectivamente una Nación libre, justa y soberana. Ya puede adivinarse la inscripción mortuoria: ‘Aquí yace la República Argentina. Vivió pagando, murió debiendo’”.

Para dimensionar adecuadamente la perversidad de semejante trampa, es necesario considerar también las diversas medidas de política interior impuestas al país por los organismos multilaterales de crédito, como condición para las sucesivas refinanciaciones de la parasitaria deuda pública argentina. Medidas, éstas, que, en muchos casos, han resultado nefastas para la sociedad, en lo económico y otros aspectos de su estructura y funcionamiento (salud, educación, defensa, etc.).

Así las cosas, la deuda pública constituye uno de los problemas más graves de la Argentina contemporánea. Se trata un de fenómeno sistémico que condiciona totalmente al país en materia financiera, económica y política. Y, para colmo de males, pese a tan tremebunda y acuciante gravitación, escasea la información oficial sobre ella (así, por ejemplo, se mantiene en secreto la identidad de los acreedores).

En suma, como enseña el Lic. Héctor L. Giuliano, uno de los mejores expertos en este tema, Argentina se encuentra inmersa en una trampa de endeudamiento perpetuo, que opera como eficaz instrumento de dominación. Más aún: la causa de la profunda y peligrosa crisis argentina es financiera, no económica.

 

II.- Situación actual y su proyección inmediata:

Según datos del Ministerio de Economía argentino, publicados hace una quincena aproximadamente, el stock de deuda pública del Estado central -expresado en dólares estadounidenses- asciende a US$.471.000 Millones (40 % en moneda nacional y 60 % en moneda extranjera, aproximadamente). Dicho monto equivale aproximadamente al 130 % del P.B.I. del país.

Al respecto, es preciso señalar que se ha llegado a dicha suma porque, entre Enero y Agosto del corriente año, la deuda en cuestión se ha incrementado en US$.87.000 Millones (unos US$.50.000 por la contracción de nueva deuda y el resto por el ajuste por inflación de los bonos duales creados por el ex Ministro de Economía de la Nación Sergio T. Massa, durante la última parte de la presidencia anterior, al momento de canjear títulos de deuda vencidos).

En 2025, vencerán US$.131.000 Millones de la deuda pública del Estado central (en 2023, hubo vencimientos por US$.101.000 Millones). Así surge del presupuesto anual que el actual presidente mandó recientemente al Congreso nacional para su tratamiento y aprobación.

Al igual que en años anteriores, no está previsto el pago de tales vencimientos. Argentina no paga ni un centavo en concepto de capital. Se limita a renovar el capital de deuda vencido, reemplazando a los bonos viejos con bonos nuevos. Se implementa un procedimiento de ‘Roll Over’, el cual, desde el punto de vista jurídico, implica una novación de deuda. Desde luego, las condiciones de renegociación siempre implican un agravamiento de la posición del deudor. En otras palabras: la refinanciación profundiza el problema. En este caso, implicará la contracción de nueva deuda por US$.142.000 Millones, aproximadamente.

Dado que no se realizan los pagos en cuestión, la deuda aquí referida no figura entre los gastos operativos contemplados en el presupuesto anual del Estado central. A los fines de tal cálculo presupuestario, es como si dicha deuda no existiera. Sólo se contabiliza como gasto el pago de intereses: $.11.7 Billones (equivalentes a US$.10.500 Millones, aproximadamente).

A efectos de dimensionar correctamente el peso de semejante suma, el Lic. Giuliano plantea la siguiente comparación: el pago de $.11.7 Billones equivale a pagar $.32.000 Millones por día; la construcción de un colegio público secundario, totalmente equipado, requiere de $.1.300 Millones; ergo, con el dinero correspondiente a un solo día de intereses, se podrían construir más de 20 colegios. ¡Muy ilustrativo!

 

Vto. de capital de deuda

US$.131.000 Millones

Se refinancia (ver abajo).

Vto. de intereses de deuda

US$.10.500 Millones

Se paga.

Nueva deuda

US$.142.000 Millones

Mismas pautas de repago.

 

Mientras tanto, el presidente Milei está gobernando el país sin un presupuesto debidamente aprobado para el corriente año. Durante la última campaña presidencial, Javier Milei -entonces, diputado- y su contrincante Sergio Massa -a la sazón, Ministro de Economía- acordaron la postergación del tratamiento del presupuesto de 2024 para después del 10 de Diciembre de 2023. Pese al tiempo transcurrido y a la intensa actividad legislativa desarrollada desde aquel momento (incluso, con sesiones extraordinarias convocadas por el Poder Ejecutivo), dicho presupuesto aún se encuentra pendiente de aprobación. De hecho, se encuentra vigente el presupuesto que se había aprobado para 2023, en virtud del Decreto N° 88/2023, dictado por el presidente Milei el 26 de Diciembre de dicho año. Esta desprolija situación ha hecho que recién podamos conocer datos oficiales sobre los recursos y gastos de 2024 gracias al comparado del proyecto de presupuesto de 2025...

 

III.- Verdadera naturaleza de los “éxitos” del Gobierno de Milei:

Tal como se indicara en el primer Reporte Argentino, entre Enero y Agosto de 2024, los ingresos del Estado central se engrosaron en un 243 % mientras que sus gastos sólo aumentaron en un 160 %. Eso se logró adoptando medidas muy nocivas, como, por ejemplo, la paralización de más de 2.000 obras públicas (algunas de ellas, de elevado valor estratégico). Sin embargo, la causa principal del aludido superávit ha sido el sustancial incremento de la inflación preexistente. Incremento, éste, que ha sido provocado por el propio Gobierno, apenas asumido, cuando: otorgó “carta blanca” a los grandes formadores de precios para que remarcaran los mismos; habilitó el “salto” de las tarifas de los servicios públicos (tarifas, éstas, cuyo componente tributario es importante); permitió el traslado a los precios, de la devaluación que hizo inicialmente el propio Gobierno; etc.

 Fue mediante tan destructiva metodología que, en el referido período de ocho meses, se obtuvo un superávit fiscal de $.9 Billones, aproximadamente. Fondos, éstos, que, amén de haber sido obtenidos con grave desmedro de la economía argentina, se aplicaron a la satisfacción de intereses de la deuda pública del Estado central. En efecto, $.6.7 Billones fueron entregados en pago de tales intereses, sin que se llegara a cancelar el total de sus vencimientos (la porción impaga debió capitalizarse). Con los $.2.3 Billones restantes, el Ministro de Economía Luis A. Caputo compró US$.1.500 Millones en el mercado y los transfirió al BONY (Bank of New York), inmovilizándolos allí hasta el próximo Enero, como garantía en favor de intereses adeudados a “fondos buitres” que entraron en Argentina durante la gestión del ex presidente Mauricio Macri, que vencen en dicho mes. Mientras tanto, según viene advirtiendo Guillermo Moreno, economista y ex Secretario de Comercio Interior de la Nación, la actividad económica cae abruptamente y la economía argentina se dirige hacia una depresión.

Todo ello, con el objeto de que Argentina pueda retornar a los mercados internacionales de capitales, para contraer allí más deuda pública... Y así la “rueda” del sobre-endeudamiento constante y creciente seguirá girando alocadamente, agravando el deterioro y la degradación de la sociedad argentina. De no frenarse este mortífero proceso, de aquélla no quedará sino un fantasmagórico reflejo de lo que supo ser, cayendo en fatal olvido lo que pudo y debió ser... Al respecto, basta con tomar en consideración que, en el primer semestre del corriente año, la pobreza en Argentina alcanzó al 52,9 % de la población del país (según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos -INDEC- del Gobierno argentino).

 

IV.- Final abierto:

Javier Milei llegó a la presidencia prometiendo combatir a “la casta”, sin que el Pueblo tuviera que padecer los ajustes destinados a equilibrar las cuentas públicas. Sin embargo, los hechos concretos indican que está haciendo todo lo contrario. Sólo DIOS sabe con certeza si tal contradicción obedece a ignorancia crasa, fanatismo febril, exaltación emocional o cinismo perverso. Es harto probable que, en el presidente y su gabinete, incidan varias de tan desgraciadas causas, si no todas ellas (aunque con variaciones, según cada figura de tal elenco). Sea como fuere, el actual Gobierno parece estar haciendo todo lo posible para ganarse un lugar destacado en la ignominiosa galería de los magistrados públicos que, a sabiendas o no, han decepcionado y traicionado a los argentinos, para beneficio de intereses extraños y contrarios a su país.

Lo cierto es que la profunda crisis en la que Argentina se encuentra sumida, parece estar llegando a una instancia culminante. La pregunta del millón apunta a los límites de la paciencia de los argentinos y la manera en que se expresará su hartazgo. En este dramático escenario, cobra especial vigencia y resuena con renovada fuerza la enérgica advertencia que el Gral. Juan D. Perón formulara hace ya más de medio siglo:

Cuando los pueblos agotan su paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento...”.

 

 

(*) Pablo J. Davoli es abogado, docente y escritor. Asesor técnico en el H. Senado de la Nación argentina. Representante en Argentina de la Asociación de Amistad Euro-Sudamericana (A.A.E.S.A.).

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