La Inca leyó a Evola en Futurock



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No sabemos si esto se debe a una buena tarea de agitación cultural por parte de Nomos y sus lectores o simplemente a cierta ignorancia acerca de autores que son muy nuevos para los que buscan referencias cómodas para postear o comentar algo en redes. Es una paradoja propia de tiempos de disolución que la absoluta incapacidad para aprehender matices y tramas de complejidad haga que pensadores tan profundos y radicales emerjan en primera plana para contextualizar discusiones “políticas” de cabotaje. No es algo que condenemos, lo saludamos con alegría. Es mejor la confusión a las certezas estériles de un mundo agotado.

Hay aquí algo de cierto en las tesis aceleracionistas, de las cuales precisamente ciertas aristas de la obra de Evola fueron antecedente. A medida que la velocidad de la decadencia agota rápidamente sus referencias, en su pobreza infinita, incapaz de crear, le abre paso a muchas tendencias otrora soterradas, y enérgicas. En esta ocasión eclosionó algo que ni la propia susodicha advierte. Se trata de la potencia abismal de una posmodernidad de derecha, referenciada en las más antiguas tradiciones, pero rechazando al mismo tiempo todo pasatismo en clave revolucionaria. Esta posibilidad arqueofuturista, en efecto, representa una salida al agotamiento existencial de las ilusiones propias de todas las ideologías modernas, incluidas las religiones abrahámicas y no retrocede ante el falso perspectivismo posmoderno, que termina siendo otro moralismo más, sino que radicaliza el nihilismo contemporáneo al oponerle a él mismo la propia arbitrariedad e intransigencia sin ninguna máscara de universalidad ni de justicia.


En efecto, el mejor Evola (el de Imperialismo pagano y el de Cabalgar el tigre, es decir, el menos guenoniano), escribe para aquellos que han atestiguado en primera persona que Dios ha muerto pero deciden mantenerse de pie entre las ruinas y, en lugar de retroceder ante el abismo, o migrar espiritualmente como Guenón, eligen blindarse interiormente para dar el buen combate con espíritu nietzscheano. Evola, al que “La Inca” presenta como el avatar de un “nacionalismo conservador” (1:07:56 en adelante) preocupado por enmendar las jerarquías de un mundo que se cae, profesaba, por el contrario, asco por el heroísmo en pantuflas de corte burgués, por el economicismo liberal, por la religiosidad sentimental y romántica que carcome al catolicismo por dentro, e incluso por el nacionalismo, que entendía como un producto moderno de espíritu plebeyo y colectivista. Pero tampoco se quedó en una actitud reactiva, cristalizada en un desprecio pasivo como pudo haber sido el caso de Schopenhauer, Gómez Dávila, Borges o Cioran. Evola fue un continuador de Nietzsche y eso se refleja en que haya levantado como bandera militante de su “anarquismo de derecha” la siguiente frase: nada merece ser conservado. Al mismo tiempo, también buscaba bien lejos sus fuentes de inspiración, en los grandes textos y formaciones sociales tradicionales, para labrar ideas políticas antagónicas a las vigentes y les daba forma y las postulaba como tipos ideales para intervenir sobre su tiempo. Este método se vislumbra en varias de sus obras, por ejemplo, en Imperialismo Pagano, en Orientaciones o en Los hombres y las ruinas. Es de esta potencia posmoderna de un pensamiento filosófico movilizador y profundamente antisistema, que bebieron los grandes autores de la Nueva Derecha francesa como el joven Alain de Benoist y Guillaume Faye, los dos más grandes pensadores políticos nietzscheanos de la segunda mitad del siglo veinte; e incluso la más militante y radicalizada Nueva Derecha italiana a través de figuras como Giorgio Freda, Adriano Romualdi o Claudio Mutti.


Fue a través de estas dos colectoras post-evolianas que abrevó Aleksandr Dugin con su nacional-bolchevismo, pero también otros tantos autores inclasificables, como el mismo Limonov o, por ejemplo, Troy Southgate, que fundó una corriente llamada “nacional-anarquismo”. Cercano a este espíritu ácrata pero más inclinado por el esoterismo y el arte, encontramos también a Hakim Bey con su “anarquismo ontológico”, en el que mixturó situacionismo francés con mística sufí y “magia del caos”. Pero incluso en el satanismo de corte anglosajón (la “Left hand path”) encontramos una fuerte inspiración evoliana, como puede seguirse en los textos del Templo de Set y en la evolución personal de autores clásicos del rubro como Nikolas Schreck y Zeena Schreck (hija de Anton LaVey), que pasando por varias tradiciones espirituales acabaron ambos siendo maestros budistas vajrayana.


En suma, por donde pasa la influencia de Evola no se ven “sermones patrióticos” de tinte edificante sino cosas muchísimo más radicalizadas y, ciertamente, “extrañas desviaciones” respecto de los troncos centrales de todas las familias ideológicas. Y, como no podría ser de otro modo, contra lo que sostiene “La Inca”, Evola fue incluso muy crítico del fascismo (como atestiguan textos como “El faciscmo visto desde la Derecha”) y del nacionalsocialismo, precisamente por lo que estos tenían de movimientos de izquierda (ambos movimientos fueron de raigambre socialista). 


Es solo por una deformación de perspectivas heredada por los repetidores en español de algunos de estos autores, que se puede pensar en convertir a Evola y a Dugin en referencias para el mundo espiritualmente muerto del nacionalismo católico argentino o del peronismo “ortodoxo”. Estas dos auténticas excrecencias intelectuales del nacionalismo católico (uno travestido de peronista, otro de evoliano), que no se animan a romper con el pasado, son todo lo que se interpone entre nosotros y nuestro rico legado espiritual indoeuropeo, de carácter nietzscheano y revolucionario. O sea, casi nada.

Que no se preocupe “La Inca”, el “nacionalismo” no es realmente asunto nuestro, se lo regalamos, pero le advertimos que, de hecho, está dando contraindicaciones si recomienda a Dugin y a Evola, pues ambos son furibundos críticos de él. Casullo, Galliano, “La Inca” y compañía, están del mismo lado que Moreno, Ayerbe, Cuneo y demás colas-fluidas que ya votaron por Massa y mañana lo harán por Kicillof o cualquier otro candidato que compartan con los primeros en otra edición más del “cordón sanitario” frente a la “ultraderecha”. El auténtico soberanismo que promovemos en el Instituto Trasícamo solo existe allí donde no se retrocede ante ninguna realidad externa, ni ante ninguna falsa moralidad objetiva, ni ningún “tu debes”, donde no se idolatra ningún Estado que no sea nuestro, sino que se intenta llevar el hilo más actual y vivo dentro del presente hasta sus últimas consecuencias: con la técnica y no contra ella, más allá de lo meramente humano y no retrocediendo con miedo ante el “posthumanismo”, atravesando lo más oscuro de la noche por la vía más rápida y no echándose a dormir en la espera de algún salvador. En suma, los tradicionalistas postevolianos y postmodernos, los que tenemos por “antiguo testamento” a Homero y por “nuevo” a Zaratustra, somos más posmodernos que la Inca y no solo estamos a la derecha de Moreno, somos tan “de exclusión”, que el nacionalismo se lo dejamos a él para que se lo reparta con los progres. 

Estamos radicalmente enfrente de todo lo que representan y a favor de la destrucción que ha desatado lo mejor de nuestro pueblo para con ustedes. Somos libres, no nos aterra la concentración de poder ni la “injusticia” ante la que lloran los colectivistas de derecha y de izquierda, acostumbrados a vivir de lo ajeno. En ningún momento de la historia sobrevivir fue un derecho, sino un privilegio por el que se lucha. Queremos que la política sea expresión de una voluntad absoluta y soberana que no retroceda ante nada y que no solo le devuelva a cada uno el fruto de su propio esfuerzo, sino que incluso le de más fuerza a los que la tienen y más vida a los que realmente tienen energía y capacidad para crear. Los únicos en condiciones de animarse a pensar cosas por el estilo y llevar tan lejos la destrucción del nacionalismo progre-peronista y el quietismo católico-castrense con sus pilchas Cardón, en abierto coqueteo con el macrismo, son los aceleracionistas de derecha, lo mejor y lo más decidido de nuestra época. Los tradicionalistas posmodernos de corte nietzscheano como quien escribe, estamos junto a ellos, independientemente de los resultados. Ambos somos anarquistas de derecha con voluntad de Imperio, y no de republiqueta agraria y pietista, coronada con derechohumanismo de derecha. Queremos librar nuestras propias guerras, las de nuestra propia generación. Estamos pensando en los dos mil años que vendrán, no en los dos mil que tenemos a nuestras espaldas. No nos aterra la intemperie, la libertad y la necesidad de sobrevivir de pie sobre las propias fuerzas y sobre nada más. A ello nos acostumbraron nuestros enemigos y el nihilismo que respira nuestro tiempo. Por eso hoy no lloramos por juguetes rotos y banderas gastadas, sino que nos expandimos en todas las direcciones, en búsqueda de gloria y grandeza, junto a nuestro pueblo, que prefirió sacrificio y libertad antes que aferrarse a una falsa sensación de pertenencia que no le ofrece más que miedos. Hoy más que nunca la vieja bandera evoliana muestra su vigencia: Nada merece ser conservado.


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Por Dime Calicles · Launched a year ago

Un espacio hecho a imagen y semejanza del mundo: inmoral, injusto y tiránico. Porque preferimos la verdad del poder antes que el poder de verdades ajenas...

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