Jacobismo: el legitimismo escocés. Ye Jacobites by name.

 

E.Ravello Barber

Robert the Bruce –el rey escocés famoso por la película Braveheart- había muerto sin hijos varones, solo una niña de su primera esposa, que había sido secuestrada a los 10 años por el rey de Inglaterra y encerrada en un convento de monjas. Sin embargo, pudo regresar a la  tierra de sus padres después de la victoria escocesa de Bannockbrun. Ya instalada en Escocia y pasados uno años se casa con Walter the Stward, a su muerte le hereda el hijo de ambos Robert II (1371-1390), con él se inauguraba una dinastía que será la más determinante para el destino de Escocia: los Estuardo.

Una descendiente de Robert II Stward, la famosa María reina de los escoceses, es la que, educada en Francia, cambia el nombre de Stward por el más afrancesado de “Stuard” con el que la dinastía pasará a ser conocida en adelante. María Estuardo (1542-1587), sin duda la reina escocesa más famosa, es una convencida católica y orgullosa de la independencia y la soberanía de su país, lo que le causa problemas y enfrentamientos con su prima la ferviente anglicana anti-católica y poderosa reina inglesa, Isabel I.

María de los escoceses –como también fue conocida- tuvo que hacer frente a revueltas contra ella, principalmente organizadas por nobles escoceses protestantes. Así se vio obligada a abdicar en su hijo Jacobo I Estuardo y huir. Instalada en Inglaterra, busca la protección de  Isabel I. La impulsividad de su carácter había llevado a que antes de su exilio María reclamara el trono inglés, por lo que muchos ingleses católicos la recibieron como la reina legítima, en el momento álgido de enfrentamiento inter-religioso y anti-católico en Inglaterra. Así que Isabel I la percibió como una amenaza y la confinó en diferentes palacios y castillos del interior del país; dieciocho años después la decapitó acusándola de conjura.

 

 

El hijo de María de Estuardo, había sido proclamado rey de Escocia, tras el exilo de ésta, a la edad de 1 año. Habiendo llegado a la mayoría de edad en 1567, reinó como Jacobo VI de Escocia. Pero el destino y la legitimidad dinástica hizo que no sólo heredera de su madre el trono escocés, sino que por derecho legítimo también heredó el de su tía Isabel I siendo proclamado rey de Inglaterra en 1603 con el nombre de Jacobo I. Este fue el primer momento de la unidad entre Escocia e Inglaterra -Gales era parte del reino inglés desde la muerte de su último rey Owain Glyn Dwr en 1416 y el rey de Inglaterra lo era también de Irlanda. En realidad, si somos estrictos con los hechos, es un rey y una dinastía escocesa la que unifica en su corona al reino inglés, con lo que sería más una “anexión” escocesa que una unificación inglesa, pero la diferencia demográfica y económica entre los dos países es enorme y el rey fija su corte en Londres, con lo que el poder real bascula hacia Inglaterra. El siguiente y definitivo acto de unidad será la unión de los Parlamentos en 1707 que agudizará mucho más este dominio inglés.

Jacobo VI –Jacobo I para los ingleses- se hace proclamar con el título de “Rex Britanniae Magnae et Franciae et Hibernae” (rey de Gran Bretaña, Francia e Irlanda). Francia era un título nostálgico de la vieja reivindicación del Imperio angevino anglo-francés, pero Gran Bretaña fue un término inventado por el propio Jacobo VI que hace clara referencia a su voluntad de unificar la mayor de las islas británicas.

 

 

A diferencia de su madre, Jacobo VI-I era protestante –lo que facilitó su ascenso al trono inglés- pero aún así por el pasado de su dinastía fue recibido con esperanza por los numerosos católicos ingleses agobiados por su difícil situación bajo el reinado de Isabel I. No fue así, Jacobo I no derogó las leyes anticatólicas –aunque sí es cierto que bajo la presión sobre este colectivo-.  Además fue él –recordemos también rey de Irlanda- quien en 1603 inició las campaña de colonización del Ulster por protestantes ingleses y especialmente escoceses para sofocar las revueltas de irlandeses católicos, dando origen a un problema que se agravó en los siguientes siglos y aún hoy continúa activo.

A su muerte le sucedió su hijo Carlos I Estuardo, también protestante y acusado por el Parlamento de tendencias autoritarias. Detenido y decapitado por orden del Parlamento tras su ejecución Inglaterra –que no Escocia- se convierte en una república gobernada por el “puritano anglicano” británico Oliver Cromwell, tristemente famoso por muchas cosas entre ellas el planificado genocidio contra los irlandeses.

Tras la muerte de Cromwell, Inglaterra restaura la monarquía con continuidad dinástica en la figura de Carlos II –hijo del anterior y que había conservado el trono de Escocia desde la muerte de su padre- también protestante. El siguiente monarca en llegar al trono fue su hijo Jacobo VII, y aquí es donde se origina el problema, Jacobo II-VII también Estuardo es –a diferencia de sus antecesores y como su antepasada María Estuardo- católico militante, lo que contrasta con la inmensa mayoría de sus súbditos ingleses (anglicanos) y gran parte de los escoceses (presbiterianos). El Parlamento inglés, de mayoría protestante no acepta a este Estuardo y estalla la llamada  “Revolución gloriosa” en su contra. El Parlamento nombra reina a su hija protestante y su marido el protestante neerlandés Guillermo de Orange de la dinastía electora alemana Hanover. Jacobo II-VII parte al exilio y la nueva pareja real es reconocida también en Escocia –a instancia de los nobles presbiterianos. Mediante la Claim of Rights.

En Escocia donde Jacobo II será el último rey en usar el título de Rey de los Escoceses, que había sido utilizado desde la unificación del reino en el año 843 por Kenneth MacAlpin –el rey que unifico a pictos y escotos en el reino de Alba. Gran parte de la población escocesa no reconoce a los nuevos monarcas anglo-holandeses. El apoyo a la casa Estuardo es muy mayoritario en las Highlands, la zona de mayor herencia céltica, confesión católica y lengua gaélica. Los highlanders se movilizan militarmente en defensa de la legitimidad Estuardo. En lo sucesivo los aspirantes Estuardo lucharán por recuperar el trono escocés –teóricamente el inglés también, pero en este caso, las posibilidades y el apoyo es casi nulo- y se llamarán a sí mismo en adelante “jacobitas”, en honor a Jacobo II. Aquí es donde nace propiamente el jacobismo, Na Seumasaich en gaélico escocés; la lucha por la restauración estuarda que duró muchos años pero nunca logró su objetivo.

Ante esta lucha por los tronos, se inicia un enfrentamiento entre hanoverianos y jacobitas, una de las primeras batallas fue la de Killercranke, en la que forma parte del contingente jacobita, el highlander Rob Roy, quien se convirtió en leyenda. Pero Jacobo II no sabe defender su causa y se exilia en Francia, donde muere en 1701. Los Hannover son nombrados reyes de Inglaterra.

En 1706 el Parlamento escocés reconoce a los Hannover como reyes. En 1707 se aprueba tiene la unión de los Parlamentos ingleses y escoceses, de facto es la absorción del Parlamento escocés por el inglés, el nuevo parlamento unitario tendrá sede permanente en Londres. Es a partir de ahora cuando se puede hablar propiamente de una unificación estatal británica. Así desde este momento los jacobitas –reacios a esta unión que en Escocia habían apoyado los presbiterianos- sintetizan la lucha por la legitimidad estuarda con la de la independencia de Escocia.

Desde entonces la historia de Escocia se agudiza el enfrentamiento bélico entre highlanders jacobitas y “casacas rojas” hanoverianos.

 Jacobo II había tenido un hijo y sucesor Jacobo III (1688-1756) que en 1708 abandonó su exilio francés para recuperar el trono escocés. Desembarcó con un ejército franco-escocés de 5.000 el país se pone de su parte, sus éxitos iniciales hacen que llegue a proclamarse Jacobo VIII de Escocia –sin hacer la menor referencia a su aspiración al trono inglés como Jacobo III-, con lo que evidencia su voluntad de ser el rey de una Escocia independiente.  Sin embargo,  sus errores estratégicos le llevan a la derrota, abdicando en quien sería la última esperanza jacobita, su hijo Carlos Eduardo Estuardo (1766-1788), también conocido como Bonnie Charlie, “el joven pretendiente” o el “joven caballero”. 

 

 

Carlos “Bonnie” Eduardo Estuardo tiene capacidades militares muy superiores a las de su padre. A la cabeza de un ejército de 8.000 hombres penetra en el interior del territorio inglés, toma Mánchester y llega a las puertas de Londres, pero le faltan tropas y –sobre todo artillería para poder tomar la capital británica. Decide retirarse a Edimburgo y desde ahí mantener y defender su trono de una Escocia independiente. Inglaterra pasa la ofensiva y se suceden las batallas, la de Flakrik Muir del 19 de julio de 1746 será la última victoria jacobita. Inglaterra no tiene ningún problema en cubrir sus numerosas bajas, algo que no le es posible al ejército escocés-jacobita. 

 

 

El 16 de abril de ese mismo año se libra la batalla definitiva, la de Culloden, será el día más triste de la historia escocesa. El ejército jacobita sufre una dura derrota, el general inglés vencedor se gana el sobrenombre de “el carnicero de Culloden”. Los jacobitas, con boina azul, guerrera blanca y muchos de ellos con el kilt de su clan son arrasados por los “casacas rojas”, en la que ha sido hasta la fecha la última gran batalla en territorio británico. 

 

La derrota dejó un profundo recuerdo colectivo, el famoso cantante estadounidense de origen escocés, Elvis Presley buscó y encontró el nombre de sus antepasados que lucharon en el bando jacobita.   

 

Tras la derrota los ingleses practican una sucia política de tierra quemada en toda Escocia. En 1746 Bonnie Prince Charlie embarca al exilio francés. El jacobismo ha terminado.

Algunos de sus seguidores se refugian en Nápoles, Francia, Prusia, Polonia y en la Rusia de Pedro el Grande que les había apoyado. Fueron los menos, la gran mayoría se queda en Escocia. Años después, Enrique Benedicto Estuardo (1788-1807), segundo hijo de Jacobo III, hermano de Bonnie Charlie, y arzobispo de York reclama para sí el trono de Inglaterra –como Enrique IX- y de Escocia –como Enrique I- pero no hizo ningún intento real. Era el epílogo de una historia que ya llegado a su fin.

Por su naturaleza política y dinástica, el jacobismo tuvo también presencia colateral, en el resto de territorios de la Monarquía británica

En Irlanda (Seacaibíteachas, Na Séamusaig, en gaélico irlandés) se discute historiográficamente su influencia en el posterior movimiento nacionalista-católico. Si bien es cierto que tuvo algún apoyo protestante, éste fue numérica muy bajo en la isla esmeralda y si también es cierto que al jacobismo hay que entender en el contexto de enfrentamientos dinásticos, es indudable que como dice el historiador Vicent Morely “El jacobismo en Irlanda enfatizó el origen milesiano (céltico) de los Estuardos, su lealtad al catolicismo y a Irlanda como un reino independiente”. Los poetas irlandeses, especialmente en el condado de Muster, se referían a los Estuardo como “taoiseach na nGaoidheal”, es decir “los jefes de los gaélicos”.

En Inglaterra y Gales –recordemos parte del reino inglés- el jacobismo tuvo escaso apoyo y el que tuvo estaba asociado a los Tories, por coincidir en la idea de la monarquía de Derecho divino. Pero fueron esos mismos tories los que en 1701 aprobaron el Act of Settlement por la que ningún católico pudiera llegar al trono de Inglaterra.

El jacobismo es uno de los grandes movimientos legitimistas de la Europa moderna En ese sentido, se podrían establecer similitudes con el Austriacismo en la guerra de sucesión de la Monarquía hispánica e incluso con el más tardío Carlismo- y con la Vandea contra-revolucionaria francesa.

 

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=YEDy3vEX8Ms

 
















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