Nietzsche, Solón y la dialéctica del mando y la obediencia

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Por Chad Crowley

https://arktos.com/2023/07/14/nietzsche-solon-and-the-dialectic-of-command-and-obedience/

Chad Crowley explora la interacción entre la filosofía de Nietzsche del autodominio y el énfasis de Solón en la responsabilidad comunitaria, arrojando luz sobre la compleja dinámica de la autoridad, la obediencia y la búsqueda de la excelencia.

La dialéctica de la autoridad, la obediencia y el mando ha cautivado a los filósofos durante siglos. Dos citas, una de Friedrich Nietzsche, "Quien no sepa obedecerse a sí mismo será mandado", y la otra de Solón, el antiguo legislador ateniense del siglo VI a.C., "Quien haya aprendido a obedecer sabrá mandar", proporcionan un marco intrigante para explorar esta dialéctica. A pesar del abismo temporal, estos filósofos entablan un diálogo que ilumina nuestra comprensión de la mismidad, la autoridad y la dinámica del poder.

La profunda interacción entre la filosofía de Nietzsche y la tradición intelectual griega proporciona un rico contexto para interpretar estas afirmaciones. Nietzsche, inicialmente filólogo clásico, sentía una profunda veneración por la filosofía y la cultura griegas. Consideraba a los griegos, en particular a los filósofos presocráticos, como epítomes de la creatividad, la fuerza y la sabiduría humanas.

Nietzsche sentía una profunda admiración por el concepto griego de arête, traducido habitualmente como excelencia, que significa el logro del máximo potencial de cada uno. Esta búsqueda de la excelencia resuena con fuerza en la filosofía de superación y autocreación de Nietzsche, encapsulada en su concepto del Übermensch. El Übermensch nietzscheano representa a un hombre que conquista sus propias limitaciones, dominándose a sí mismo y afirmando así su voluntad sobre el mundo exterior. Esta encarnación del triunfo personal y de la autorrealización simboliza la realización última del arête.

El ideal aristocrático griego, que valoriza virtudes como el valor, el honor y la proeza intelectual, resonó en Nietzsche. Este espíritu noble conecta con el concepto griego de agón, la lucha competitiva que impulsa a uno hacia la excelencia. La filosofía de Nietzsche, aunque profundamente inspirada en la tradición griega, transgredió más allá de la mera imitación, creando una reinterpretación matizada infundida con sus ideas sobre la voluntad, el poder y la naturaleza del ser y el devenir.

La afirmación de Nietzsche "El que no puede obedecerse a sí mismo será mandado" resume su filosofía de la voluntad de poder. Pone en primer plano el acto de autoobediencia como una manifestación de fuerza, una autoafirmación que equivale a ejercer el poder. Para Nietzsche, el yo que manda y el yo que obedece son facetas de la misma entidad, que encarnan una intrincada dinámica interna de poder. Esta dinámica de poder tiene que ver fundamentalmente con el dominio y la fuerza: la capacidad de controlarse a uno mismo es una afirmación de la fuerza personal, un testimonio del propio poder individual. Por el contrario, no autoafirmarse, no obedecerse a sí mismo, tiene como resultado la subyugación a órdenes y valores externos: una rendición del poder personal y una afrenta a la voluntad de poder inherente a la vida en la perspectiva de Nietzsche.

Otro concepto nietzscheano esencial a considerar es el pathos de la distancia. Esta noción se refiere a la separación emocional que Nietzsche creía necesaria entre lo alto y lo bajo, lo noble y lo común, una separación nacida de valores y logros superiores. Muy influido por el ethos aristocrático griego, Nietzsche consideraba esta distancia emocional un componente integral del viaje hacia la superación y el establecimiento del Übermensch. Esta separación es también una pieza esencial de la dialéctica mando-obediencia: aquellos que se conquistan a sí mismos y se resisten a ser mandados por normas externas crean una distancia emocional que no sólo les aparta del rebaño sino que también les dota de autoridad para mandar, iluminando así aún más la compleja dinámica de la dialéctica.

En cambio, la cita de Solón, "Quien ha aprendido a obedecer sabrá mandar", introduce una dimensión comunitaria en la dialéctica autoridad-obediencia. Solón concebía la sociedad como una entidad viva y armoniosa en la que el hombre debe adherirse a las tradiciones ancestrales establecidas para fomentar un mundo equilibrado. Aprender a obedecer no es una capitulación de la individualidad, sino un acto de responsabilidad social. Además, a través de la obediencia, uno comprende el entramado ético del mando, volviéndose capaz de mandar a los demás.

A pesar de sus diferencias, las perspectivas de Nietzsche y Solón no se excluyen mutuamente, sino que entablan una interacción dialéctica. Reflejan diferentes facetas de la condición de la humanidad: el énfasis en la mismidad y la dinámica del poder interior (Nietzsche) frente a la concentración en la responsabilidad social y la armonía comunitaria (Solón). Ambas perspectivas subrayan el papel de la obediencia en la comprensión y el ejercicio del mando.

En resumen, la filosofía de Nietzsche fomenta un viaje hacia el autodominio y la búsqueda del ideal griego del arête, manifestado en el Übermensch. La sabiduría de Solón acentúa la virtud social de obedecer las normas comunales, vital para un liderazgo eficaz. Estas perspectivas, a pesar de sus disparidades, crean una compleja dialéctica de autoridad y obediencia, abogando por un equilibrio entre la autoafirmación y la responsabilidad comunal. Este equilibrio refleja una interpretación moderna del noble espíritu griego encarnado en el Übermensch. Así, el diálogo permanente entre Nietzsche y Solón, incrustado en la filosofía griega, sigue iluminando nuestra comprensión de la mismidad, la autoridad y la excelencia.

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Chad Crowley    

Chad Crowley es una persona polifacética que ha trabajado tanto en el mundo académico como en el empresarial. Vive en Canadá, se adhiere a los principios de la Nueva Derecha y está profundamente interesado en la historia, la cultura y las artes.





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