Cornualles una identidad celta que permanece.


 


E.Ravello

En enero de 1549 fue declarada The Act of Uniformity, con ello la reina Isabel I culmina el proceso de creación de una Iglesia inglesa separada de Roma, que había iniciado su padre el famoso Enrique VIII. Esta Act of Uniformity incluía el nuevo Book of Common Prayer para los miembros de la nueva Iglesia.  Cornualles, que siempre había sido un territorio favorable a los Tudor, una dinastía de origen galés –por eso mismo muy cercana a los córnicos- puso reparos a la imposición de este Libro. Dos fueron los motivos: el primero era el  apego de los córnicos a la religión católica; el segundo –y principal- que el libro estaba escrito en inglés, una lengua que –como hicieron saber a la soberana- nadie entendía en el Cornualles del siglo XVI. La lengua local, el córnico de raíz celta, estaba muy distante del anglo-sajón de raíz germánica.

 

Gales y Cornualles la última tierra de los celtas británicos.

En el I Milenio a. C., los celtas desde su lugar originario en la zona de los Alpes, colonizan toda la fachada atlántica del continente, desde la península ibérica hasta la actual Bélgica, pasando por la Galia. También pueblos celtas se instalan en las islas británicas sobre una población anterior que sería bastante semejante a los llegados ahora, formándose así la población británica. Entre estos celtas insulares habría que diferenciar dos tipos: los gaélicos –que ocuparon la isla de Irlanda- y los britónicos  que hicieron lo propio en la isla de Gran Bretaña.

Huellas de un pasado más remoto de la zona es la fuerte presencia de conjuntos megalíticos en todo Cornualles, de entre destacan los conocidos como The Hurlers.

 


En el 43 a.C. llegaron las águilas de las legiones romanas a la isla de Gran Bretaña, quedando bajo control romano sólo la parte sur de la misma, al ser rechazados en el norte por los pictos.  Antes de la llegada de las legiones, el historiador romano Diodoro hacía referencia a la península de Belerion (la actual Cornualles)  como una zona extremadamente civilizada y sofisticada, enriquecida por su actividad comercial con otros lugares no sólo de la isla sino de la Europa occidental e incluso mediterránea, de la que era el principal proveedor de estaño. Los griegos las conocieron posiblemente como islas casitérides y el propio Diodoro hacía también referencia a la primitiva actividad minera de la región. El dominio romano llegó hasta finales del siglo V  a.C., aunque su poder se fue debilitando progresivamente. En su división administrativa de la isla, los romanos formaron la provincia de Dummoni, que ocuparía las actuales regiones de Cornualles, Somerset y Devon (una evolución del nombre latino).  Durante todo ese tiempo el latín fue sólo el lenguaje de una pequeña elite administrativa, la población autóctona seguía hablando su lengua celta britónica en todo lo que actualmente es Gales a Inglaterra.

Roma abandona Britania en el 410 d.C. y es entonces cuando se entra en un nuevo ciclo histórico. Tras la retirada de las legiones, Dumnonia se mantiene como un pequeño reino celto-romano es un escenario de fragilidad y fragmentación política generalizada.

El cambio definitivo en la historia de la Gran Bretaña se da en esos años cuando comienza la llegada masiva de pueblos germánicos: anglos, sajones y jutos que llegados desde las costas nord-atlánticas continentales irán progresivamente ocupando la isla de este a oeste. Este movimiento va arrinconando paulatinamente a los britones autóctonos hacia el oeste, los anglo-sajones les darán el nombre de Cornwalas y Westwalas, del anglo-sajón Wealas (extranjeros) que derivará en las palabras Gales- galeses y Cornualles-córnico (en Gales, el nombre del país es Cymru y el de Cornualles Kerwon o Curnow).  Los latinos llamarán al reino de Cornualles Cerniu, del etnónimo céltico local latinizado como Cornovii, mientras que los anglo-sajones usarán el término de “west Welsh”, es decir Gales del Oeste, para remarcar su similitud con Gales. Gales y Cornualles fueron las zonas que quedaron en manos de la población céltica –aún hasta hoy- ante la presión anglo-sajona.  Esta fragmentación es la que provocó que del britónico común se derivasen dos lenguas muy similares entre sí: el galés y el córnico. Añadir que la presión anglo-sajona hizo que muchos de estos celtas, ahora reducidos a Gales y Cornualles, cruzaran el mar y se instalaran en Bretaña (de ahí el nombre), el idioma bretón es la evolución de galés y el córnico llevado ahí por estos celtas britóncos. Hay testimonios de alguna instalación también en la zona de Galicia.

 

 

El último rey del reino céltico de Cornualles/Dumonia, Huwai, fue quien definitivamente aceptó el dominio del rey anglo-sajón Atheslan, tras un periodo de lucha y enfrentamiento constante con los anglo-sajones y el reino de Dumonia que luchaba junto a los vecinos y hermanos reinos galeses contra el avance “inglés”, contando con la alianza de los vikingos daneses –que ocupaban el centro de la isla- en este enfrentamiento. En 936 Atheslan que había unificado bajo su corona a todos los reinos anglo-sajones de la isla, y había sido reconocido por Huwai, fijó la frontera entre Inglaterra y Cornualles en el río Tamar, quitando a los córnicos Exster y parte de Devon. Esa frontera que trazó Ahteslan es  exactamente la misma frontera que separa hoy a los actuales condados ingleses de  Cornualles céltico y  Devon anglo-sajón.

 

Tierra de leyendas y santos.

Son años oscuros de poderes frágiles y de enfrentamiento entre celtas autóctonos y germanos anglo-sajones un tiempo de cuento y leyendas, dos de ellas marcarán la memoria colectiva europea hasta nuestros días: la del rey Arturo y la de Tristán e Isolda.

La figura del rey Arturo se mueve entre el mito y la realidad histórica. Sin duda la leyenda hace referencia a un personaje histórico rey de algún reino céltico (otros apuntan a un rey un reino celto-romanizado) que unifica a varias celto-britónicos en la lucha contra el avance anglo-sajón.  Y quizás la leyenda no se refiera a un único rey sino a varios que realizarían ese papel en a finales del siglo V principios del VI.  Pero sin duda Cornualles tiene argumentos para reclamar como suyo al mítico rey –o al menos a uno de sus más importantes inspiradores-. Aquí lo sitúa la leyenda de Tristán e Isolda, en Slaugther Bride tenemos un lugar conocido desde tiempo muy antiguos como Arhtur´s Grave, que fue el lugar donde según escribió Richard Carew en 1602 tuvo lugar la última batalla entre el rey Arturo y su sobrino Mordred. También en Cornualles tenemos el castillo de Tintagel, cuyo horizonte arqueológico data de tiempos célticos. De hecho, ahí fue donde el normando Geoffrey y sus hombres escribieron que en esta zona los córnicos afirmaban que Arturo no había muerto y que algún día volvería para reinar.

 

Siguiendo en ese terreno que se juntan historia y mito, hemos de nombrar al rey córnico Cynan o Conan de Mariadoc, para detenernos en una leyenda de referencia constante en el imaginario colectivo europeo, la de Tristán e Isolda que también está relacionada con Cornualles. Tristán es el sobrino del rey córnico Mark, es enviado a Irlanda a buscar la mano de Isolda, la hija de la reina de Marcos. La reina acepta, y la princesa y su doncella Brangwayn emprenden su viaje a Cornualles. La reina le ha dado a Brangwayn una poción de amor especial, que Isolda y Mark deben beber en su noche de bodas, pero por error (o diseño) es Tristán quien bebe el líquido mágico. Inevitablemente, Tristán e Isolda se enamoran perdidamente y en la corte del rey Marck recurren a diversos engaños para estar juntos. Finalmente, Tristán deja Cornualles para luchar por el rey Hywel de Bretaña, donde conoce y se casa con una segunda Isolda (Isolda de las Manos Blancas). Sin embargo, la primera Isolda le ruega a Tristán que regrese, y él lo hace, y es asesinado por el enojado rey Mark que ha descubierto la verdad del enlace.

 

“Hay más santos en Cornualles que en el cielo” dice un viejo adagio córnico. Incluso hay quien mantiene –sin mucho fundamento- que Cornualles fue el centro del celto-cristianismo de la Alta Edad Media y que fue desde ahí se influyó en el cristianismo de Bretaña, Gales, Escocia y, sobre todo, Irlanda, el gran centro cultural cristiano en el siglo del inicio del Medioevo.  Sin embargo la historia atestigua que Cornualles devino cristiana precisamente con la llegada de monjes irlandeses que se habían instalado en el cercano reino galés de Demetia, y  que fueron monjes irlandeses y galeses los que evangelizaron Cornualles.  San Piran, el patrón de Cornualles, fue precisamente un monje bretón –recordemos tierra poblada por galeses y cónicos- que llegó a Cornualles desde un monasterios galés.  La bandera córnica (cruz blanca sobre fondo negro) fue su emblema.

 


Punto de referencia obligado del cristianismo medieval en Cornualles es el monasterio del monte de San Miguel (St Michael's Mount; en córnico, Karrek Loes y'n Koes, literalmente “roca gris en el bosque”), guarda una gran similitud con su homónimo que marca la frontera entre Normandía y Bretaña, del que dependía. El nombre en córnico hace referencia a una época anterior cuando el nivel de las aguas estaba más bajo y era un monte rodeado de bosque y unido a la isla de Gran Bretaña; hoy le separa una breve distancia de mar, que puede ser recorrida a pie cuando la marea lo permite. En tiempos pre-cristianos fue un punto importante del comercia de estaño. Para visitarlo hay que viajar en tren hasta Penzance (Pensans en córnico) situada en el punto sudoccidental de Gran Bretaña y hacer el paseo que la lleva directamente al monte. Frente a él se sitúa la pequeña ciudad de Marazion (Marhasyow en córnico).

 

Siguiendo con las señales de identidad, añadir que la chova piquirroja es un símbolo referente de Cornualles, llamada en cónico palores, en inglés chough, y, a veces, en la literatura “el espíritu de Cornualles”.  Durante algún tiempo a los propios córnicos se les llamaba chough en referencia a esta ave típica de sus costas.

 

Del condado al ducado de Cornualles

En 1066 llegan a Inglaterra los normandos, vikingos que se habían instalado en Francia en el siglo X, y lo hacen al mando de Guillermo el Conquistador quien vence bélicamente en su aspiración al trono inglés. La nueva aristocracia normanda se sobrepone a la anglo-sajona. En Gales y Cornualles, la conquista de estos normandos castillos, dominio sobre la población local celta, una superficial capa dirigente castillos.

Normandía repetimos -nace cuando el rey franco Carlos III cede un importante territorio del noroeste de Francia al jefe vikingo danés Rollo, que se establece como duque, a cambio de que proteja al reino franco de las incursiones de otros vikingos, principalmente noruegos. Guillermo, duque de Normandía era descendiente de  Rollo y la Normandía sobre la que gobernaba incluía Bretaña. Guillermo aspiraba al trono de Inglaterra y cuando planeó la invasión, muchos nobles bretones, descendientes de los córnicos y galeses que se habían establecido allí huyendo de la conquista anglo-sajona, se enrolaron en las tropas de Guillermo con el objetivo de recuperar las tierras de las que habían sido expulsados por los anglo-sajones. La victoria de los normandos en la batalla de Hasting frente a los anglo-sajones y la instauración en el trono inglés del rey normando Guillermo el Conquistador, supuso un nuevo impulso en las relaciones entre Cornualles, Gales y Bretaña, considerando a Guillermo el Conquistador como una especia de Rey Arturo regresado. En esta época la lengua córnica experimentó un avance territorial claro.

En 1173 la dinastía Plantagent -fundada por Guillermo el Conquistador-  estableció el condado de Cornaulles, muchos de cuyos barones y nobleza eran celto-córnicos. En 1337 el rey inglés Eduardo III convirtió el condado en ducado –estatus nobiliario que sigue manteniendo.  Cornualles y Gales fueron considerados por los conquistadores normandos como algo diferente a Inglaterra, y –aun bajo la soberanía del monarca anglo-normando- eran territorios que se autogobernaban y autogestionaban de forma prácticamente independiente a excepción de los lógicos lazos y sumisiones a la corona.

 

Los Tudor.

Los córnicos apoyaron abiertamente la llegada de Enrique VII Tudor al trono inglés. De hecho, la dinastía Tudor (Tudur en galés) era de origen céltico-galés con lo que los córnicos siempre se identificaron con la misma. La llegada de Enrique al trono se produjo tras la guerra civil entre las dos ramas de los Tudor: la rosa blanca de los York y la rosa roja de los Lancaster. Muchos córnicos y galeses vieron en la llegada al trono inglés de “uno de los suyos” la revivificación del mito Artúrico, la antigua Britania volvía a estar bajo soberanía de una casa real céltica.  Y entendieron esta situación como el primer acto del “Proyecto Británico” es decir la resurrección política de la Britania céltica que había sido sometida por los invasores anglo-sajones.

Enrique VII fue un convencido de este celtismo de proyección británica. Como galés de origen reclamó el derecho a dominar toda la isla de Gran Bretaña, en un proyecto político que remitía a la recuperación de los celto-britanos (entre los que estaban incluidos los antiguos pictos escoceses) de toda la isla. Enrique VII estuvo exiliado en Bretaña antes de su victoria en la Guerra de las Dos Rosas, donde profundizó aún más su conciencia céltica. A su regreso, durante la batalla contra Ricardo III de York, Enrique VII enarboló como estandarte el dragón galés y contó con el apoyo masivo de galeses y córnicos. Enrique VII llamó a su hijo mayor Arturo y le concedió el ducado de Cornualles, trató preferentemente a sus súbditos galeses y córnicos, (a los que consideraba por encima de los ingleses de origen anglo-sajón) y mandó a su embajador Richard Edgcumbe a Irlanda, Escocia y Bretaña para fortalecer alianzas y pactos pan-célticos.

Por otro lado, Enrique VII comenzó lo que se conoce como “la revolución Tudor del Gobierno” es decir la progresiva instalación de un sistema administrativo, económico y fiscal en todo su reino. Políticas fiscales centralizadoras que tuvieron su contestación en muchas partes de Inglaterra, incluida el ducado de Cornualles, y que Enrique VII y los sucesivos tudores no duraron en reprimir con fuerza.

 

A Enrique VII le sucedió en el trono el más conocido miembro de la casa Tudor y uno de los monarcas ingleses más trascendentes de la historia: Enrique VIII, conocido por separarse de la Iglesia católica de Roma e instaurar en Inglaterra el anglicanismo protestante.  Enrique VIII participaba de la concepción celto-británica de su padre, el día de la ceremonia de su coronación (1509) los caballos iban engalanados con los escudos de sus posesiones, Inglaterra, (parte de) Francia, Gascuña, Guyena, Normandía, Anjou, Irlanda, Gales y Cornualles (considerando estos dos últimos como algo diferenciado de Inglaterra). Todo cambió cuando Enrique VIII dio el paso más profundo en ese proceso de “revolución Tudor del Gobierno”, la creación de la Iglesia de Inglaterra y su asentamiento en todo el reino. Cornualles era una zona de fuerte religiosidad tradicional católica y la reforma no fue recibida, amén de que –como hemos dicho más arriba- tras el Acta de Uniformidad la hija de Enrique VIII, Isabel I Tudor quiso imponer un libro de oraciones unificando en idioma inglés, extraño para la mayoría de los córnicos en aquella épica. Las rebeliones córnicas y galesas –donde, como siempre la situación era similar- fueron aplastadas por el ejército monárquico. Las bajas sufridas fueron importantes, pero Cornualles siguió teniendo una importante presencia católica hasta el siglo XVII. Aunque con el paso del tiempo el anglicanismo se fue imponiendo, uno de los factores fue el deterioro de las relaciones comerciales entre Cornualles y España, y el creciente papel de Cornualles como punto estratégico comercial y marítimo inglés. Iniciándose un proceso de anglinización que afectó política, económico, cultural y sobre todo, lingüísticamente a Cornualles.

 

Cornualles durante la guerra civil inglesa.

Este tradicional conservadurismo –religioso y político- de Cornualles hizo que cuando el revolucionario puritano Oliver Cronwell y el Parlamento inglés se revelaron y declararon la guerra al monarca Carlos I –de la dinastía Estuardo, la que sucedió a la Tudor en el trono inglés- los córnicos se pusieran claramente del lado del rey. Sólo una exigua minoría de córnicos se puso del lado del Parlamento, éstos cruzaron el río Tamar –frontera de Cornualles con Devon- y se instalaron en la capital de Devon, Plymoth, importante bastión puritano. Será precisamente desde Plymoth desde donde zarpará el famoso Myflower, cargado de puritanos anglicanos, que serán los padres fundadores de los Estados Unidos que nacieron ideológicamente como una proyección de estos puritanos. Es curioso señalar que Plymouth es una de las poquísimas ciudades europeas donde se incluye a Jeovah en la leyenda de su escudo municipal, “Turris Fortissima est nomen Jeovah”.


 

La palabra puritano –que no tiene ninguna carga moral- se refería a la idea de mantener “pura” la religión protestante, tanto en su esencia bíblica como en su oposición absoluta al catolicismo. El ejército fundado por Cromwell, el New Model Army, popularmente conocido como los “cabezas redondas” (Roundheads), consideraron a los galeses, córnicos e irlandeses como “paganos” y el grado de represión fue brutal. El genocidio irlandés a manos de Cronwell alcanzó dimensiones escalofriantes.

Finalmente, el bando monárquico ganó la guerra y la monarquía fue restaurada en la persona de Carlos II Estuardo. Durante esta época la economía córnica experimentó una importante expansión, combinación de la pesca, la minería y el transporte marítimo.

 

De nuevo el proyecto “británico”.

En 1707 los Parlamentos de Escocia e Inglaterra –que incluía Gales y Cornualles firman The Act of Union, una unión que completaba la unión de las dos coronas bajo la dinastía de los Estuardo –de origen escocés. Esta unión de da nacimiento a una nueva entidad política que engloba a las dos firmantes y que se llama Gran Bretaña, de algún mido esto hacía resurgir el “proyecto británico” de los Tudor y Enrique VIII, pero ahora el eje ideológico era otro: el Protestantismo y la expansión marítima y comercial.

Cornualles también tendrá un papel destacado en este revival del “proyecto británico”, pero esta vez dentro de los nuevos parámetros ideológico-económicos muy alejados de la actualización política del pasado celto-britónico.

 

Minería, metodismo y emigración.

En los siglos XVIII y XIX la importancia de la pesca en la economía córnica fue dejando lugar a la minería.  La minería y Cornualles se convirtieron casi en sinónimos –una vez más la situación era muy similar en su hermana Gales.  Especial importancia en la minería tenía el cobre, usado principalmente para fabricar hojalata y cuya demanda creció exponencialmente a nivel mundial.

La minería tuvo un fuerte impacto en el imaginario colectivo, la identidad y la cotidianeidad córnica. Los córnicos estuvieron muy orgullosos de su reputación como mineros. Asociado a la minería, en Cornualles tuvo una gran expansión el metodismo –variante protestante- que hace mucho hincapié en la solidaridad y el apoyo mutuo, valores muy ligados a la actividad y la cultura minera.  Si el metodismo se hizo fuerte en el terreno religioso, en el político el Partido Liberal creció en importancia.

Mezcla de ese sentimiento político-religioso y de su pericia como mineros, los córnicos emigraron en gran número durante el siglo XIX a territorios como Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica –rica en diamantes y California –durante la fiebre del oro- donde tuvieron un papel destacadísimo relacionado con la actividad minera. Muchas palabras córnicas relacionadas con la minería pasaran al inglés: costean, gunnies, vug.

 

Una lengua que sobrevive

Ya hemos hecho referencia al negativo impacto del libro de redactado en inglés e incomprensible en Cornualles. El córnico había estado muy cuidado por la Iglesia católica durante toda la Edad Media. Añadamos ahora que la rebelión córnica contra Isabel I y su voluntad de imponer ese libro unificado de oraciones y canciones en inglés –y no traducirlo al córnico- supuso un importante y negativo impacto sobre la lengua, no sólo los córnicos estuvieron obligados a aprender y usar inglés –aunque al principio solo fuera en la iglesia- sino que –lo grave y determinante- el córnico quedó como un idioma hostil a la reforma y al poder de la reina, con lo que todo esto tuvo de problemático para el uso normal de la lengua. El retroceso del córnico fue vertiginoso y en 1800 había prácticamente desaparecido quedando como lengua residual de unos pocos hablantes en la zona más sudoccidental del país. 

 

Sin embargo, durante finales del XX el entusiasmo de los córnicos en recuperar su lengua tuvo importantes efectos, se han recuperado lugares para esta ancestral lengua céltica que hoy ya es enseñada en las escuelas primarias del país como asignatura optativa. Es la única posibilidad de mantenerla con vida. Que aún está muy por debajo del nivel de “normalidad”.

 

 

Cornualles ha producido ilustres escritores en lengua inglesa como Silas Hocking, y los poetas John Betjeman y el premio nobel de Literatura William Golding. Además, en el condado de Cornualles se desarrolla La posada de Jamaica de Daphne du Maurier, llevada el cine por Alfred Hitchcock, y The Siege of Trencher´s Farm de Gordon Williams, llevada al cine por Sam Packinpah con el título de Perros de paja.

 

Hacia un renacer córnico.

El declive de la minería desde mediados del siglo XX, unido al de la agricultura y la pesca, provocó un empobrecimiento generalizado de la zona, que desde hace pocas décadas está siendo revertida por la nueva “industria nacional”: el turismo. Cornualles se ha convertido en destino de lujo veraniego de las clases inglesas acomodadas y es un destino cada vez más valorado en toda Europa. Sin duda Cornualles reúne todas las condiciones para ser un destino inmejorable desde todos los puntos de vista.

La recuperación y el moderado resurgimiento de la lengua hay que enmarcarlos en una realidad de renacer córnica, datable desde 1904 año en el que Henry Jenner publicó el libro A Handbook of the Cornish Language. Estos esfuerzos culturales tuvieron lugar al mismo tiempo en la capital, Turo, y en las zonas más occidentales del país.

Después de la SGM el identitarismo córnico pasó de la esfera meramente cultural a la política, con la función del partido Mebyon Kernow (Hijos de Cornualles), que en 1969 tuvo una escisión llamada Cornish National Party. A finales de los años 90, Cornualles lograría el estatuto de región dentro de la UE, y en 2002 el córnico fue oficialmente reconocido por el Gobierno británico. Esperamos y deseamos que todos los movimientos en la dirección de la preservación del lenguaje y la cultura de esta milenaria identidad céltica y europea se incrementen en las próximas décadas y que Cornualles siga siendo una de las identidades vivas que forman y enriquecen el patrimonio histórico-cultural europeo.

 



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