Finlandia paga con el desempleo la locura belicista antirrusa
Enrico Toselli
¿Queréis cañones o turistas? La pregunta retórica, como la de Draghi sobre la elección entre aires acondicionados y armas (aunque él, hipócrita, define como «paz» la compra de armas), ni siquiera se ha planteado a los finlandeses. Por otra parte, tampoco los italianos han podido elegir. El recorte de las inversiones para poder regalar dinero y armas a Zelensky no se somete a referéndum. Los mercaderes de armas deciden y los mayordomos políticos ejecutan.
Ahora les toca a los finlandeses descubrir que las decisiones de los belicistas tienen graves consecuencias para la población. Por ejemplo, se han perdido 2 millones de turistas rusos al año. Y para un país con poco más de 5 millones de habitantes, eso no es precisamente irrelevante. Tampoco es irrelevante que el desempleo haya subido al 15 %. Han cerrado hoteles, restaurantes, tiendas y centros de bienestar. Pero, como consecuencia, también se ha dejado en el paro a trabajadores de la industria forestal y siderúrgica.
Los grandes economistas del Gobierno de Helsinki pensaron entonces en fomentar el turismo interno. Y descubrieron, por extraño que parezca, que al empobrecer el país y aumentar el desempleo, el turismo interno no crece. Porque falta dinero. El de los rusos, en particular. Y hará falta tiempo, mucho tiempo, para que los turistas rusos olviden el comportamiento de los finlandeses. Y de los demás países gobernados por los eurobetinos.
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