El Mesías de la motosierra tropieza: ¿ha llegado a su fin el experimento ultraliberal de Milei?
Buenos Aires. Cuando asumió el cargo en diciembre de 2023, el nuevo presidente argentino Javier Milei fue recibido por muchos como un salvador. Milei prometió una agenda radicalmente ultraliberal que transformaría el país en poco tiempo y lo pondría nuevamente en marcha. En muy poco tiempo, implementó más de 300 medidas individuales orientadas a una desregulación integral, privatizaciones y recortes drásticos en el gasto público. Se eliminaron los subsidios a la energía, el transporte y los servicios básicos, se recortaron miles de empleos públicos y se redujeron masivamente las prestaciones sociales. La receta de Milei: retirada del Estado, liberación del mercado.
De hecho, se lograron algunos éxitos de prestigio al principio: la tasa de inflación bajó de casi el 300 por ciento en abril de 2024 a alrededor del 34 por ciento en el verano de 2025, y se logró equilibrar el presupuesto. Prestamistas internacionales como el FMI concedieron créditos por más de 40.000 millones de dólares. Pero el precio del éxito es alto. La industria argentina sufre la abrupta liberalización; sectores con alto consumo energético, como las industrias del plástico y el caucho, registran caídas de producción de hasta un 25 por ciento respecto a los niveles previos a la crisis. El producto interior bruto también se redujo en 2024 en casi un cuatro por ciento, un duro revés en comparación con el vecino Brasil, que en el mismo periodo registró crecimiento.
El fracaso de la terapia de choque es especialmente notorio en el ámbito social: la tasa de pobreza siguió aumentando, la situación de abastecimiento en las periferias urbanas empeoró y la polarización política se intensificó. El gobierno de Milei opera sin mayoría propia en el Congreso, lo que dificulta aún más la implementación de su agenda y ha resultado en un mosaico de decretos y versiones atenuadas de leyes. El prometido resurgimiento del país no se ha materializado; en su lugar, amenazan la fuga de capitales, la desindustrialización y la fragmentación social.
Ahora, la cura radical de Milei está definitivamente al borde del fracaso. El regreso de la hiperinflación es un peligro real. La moneda fortalecida frena las exportaciones y permite la entrada masiva de importaciones baratas, lo que ha llevado a una peligrosa escasez de reservas de dólares. Los analistas consideran que el peso está fuertemente sobrevaluado; el Banco Central tuvo que gastar 1.100 millones de dólares en solo tres días para sostener la moneda. Las reservas de divisas de libre disponibilidad se redujeron a unos cinco mil millones de dólares.
Al mismo tiempo, los reveses políticos internos debilitan la posición de Milei. Una dura derrota electoral en la provincia de Buenos Aires, un escándalo de corrupción que involucra a su hermana Karina y varias derrotas parlamentarias, donde los diputados le negaron recortes presupuestarios, hicieron que su popularidad cayera por debajo del 40 por ciento. El resultado es una fuga masiva de capitales que mantiene bajo presión al peso a pesar de las intervenciones. Los bonos soberanos vuelven a considerarse “en dificultades” y el desempleo aumenta.
Ante la crisis, Estados Unidos, a través del secretario del Tesoro Scott Bessent, ha manifestado su apoyo. Bessent declaró que todas las opciones están sobre la mesa, incluidas las líneas swap y la compra de bonos argentinos. Pero en Estados Unidos esto no está exento de polémica. La senadora Elizabeth Warren advirtió en una carta que un rescate no debe ser “a costa del pueblo estadounidense”.
Commentaires
Enregistrer un commentaire