Argentina: nubes de tormenta y vientos de cambio.

 


 

Javier M. del Castillo.



            I) El pasado Domingo 7 de Septiembre, el gobierno de Javier Milei sufrió el impacto de una estrepitosa derrota en los comicios legislativos y edilicios que se celebraron en la provincia de Buenos Aires: Fuerza Patria (FP), la coalición liderada por el Partido Justicialista, resultó ganadora por amplia mayoría, imponiéndose en 6 de las 8 secciones electorales existentes. Superó por más de 13 puntos a La Libertad Avanza (LLA), una coalición integrada por el partido homónimo del presidente argentino y por Propuesta Republicana (PRO) del ex presidente Mauricio Macri. De este modo, en la Cámara de Diputados bonaerense, FP logró sumar 39 bancas, quedando a 8 del quórum, mientras que la coalición LLA alcanzó un total de 30 escaños. Paralelamente, en el Senado provincial, FP llegó a sumar 24 bancas, alcanzando el quórum, mientras que la coalición LLA totalizó 16 senadores.

Estos resultados no sólo debilitan gravemente las posiciones de LLA y sus aliados en el principal Estado-parte de la República Argentina. También incrementan notoriamente las probabilidades de una derrota suya en las elecciones legislativas nacionales del 26/10/25. Ello es así por la enorme gravitación que la provincia de Buenos Aires tiene en la política argentina: en ella vive casi el 40 % de la población nacional y a ella corresponden 35 de las 127 bancas que se renovarán en la Cámara de Diputados de la Nación. Pero, además, dicho incremento probabilístico obedece a la actitud adoptada por el propio Milei frente a los comicios bonaerenses: con un tono marcadamente triunfalista, el presidente no dudó en otorgar a las referidas elecciones provinciales una significación y proyección nacional.

Frente a la contundencia del mensaje transmitido por los votantes bonaerenses, el presidente no tardó en admitir públicamente la derrota. Sin embargo, acto seguido, ratificó el rumbo político de su gestión, anunciando el reforzamiento y la aceleración del mismo. Semejante ratificación, frente a la aludida contundencia comicial, pone de relieve una peligrosa obstinación en el presidente, abonando paralelamente las sospechas de una fuerte incidencia subrepticia, en la agenda que sigue su gestión, de intereses adversos a la Nación argentina.

Ambas consideraciones adquieren mayor verosimilitud aún, no bien se toman en consideración cuatro duros reveses sufridos por el presidente en el Congreso nacional. Uno, tres días antes de las elecciones bonaerenses y los restantes, el 18 de Septiembre y el 2 de Octubre: por amplias mayorías, se rechazaron los vetos del presidente contra las leyes de emergencia nacional en materia de discapacidad, reparto de los Aportes del Tesoro Nacional a las provincias, de emergencia pediátrica y de financiamiento universitario. Vetos, éstos, que, pese a la especial importancia y gravedad de los asuntos involucrados, el mandatario había anunciado públicamente en tono jactancioso, desafiante y hasta burlón, llegando a descalificar a los impulsores de las piezas legislativas en cuestión. Hacía más de 20 años que el Congreso nacional no rechazaba un veto presidencial...

II) Huelga aclarar que el rechazo del primero de los reveses recién apuntados, ocurrido a pocos días de los comicios bonaerenses, contribuyeron fuertemente a la derrota electoral sufrida por LLA en la referida provincia. Sin embargo, mal haríamos en omitir considerar la gravitación de, como mínimo, otros dos factores, que también condujeron a tal resultado:

a. El fracaso de la política económica:

El gobierno de Milei suele enarbolar especialmente, como méritos de su política económica, el combate contra la inflación y el superávit fiscal primario obtenido en 2024 ($ 10,4 Billones). Ambas postulaciones exigen las siguientes aclaraciones:

- Es cierto que se ha desacelerado el proceso inflacionario. Sin embargo, no es menos cierto que fue esta misma gestión la que, en Diciembre de 2023, provocó un salto abrupto de la inflación (del 10/12 % al 25,5 % mensual) y que, de allí en adelante, ésta no ha dejado de crecer, llevando a Junio/25 una acumulación del 214,4 %.

- El superávit fiscal primario ha sido logrado mediante un ajuste extraordinario de las cuentas del Estado nacional (el más duro de la historia argentina, según dichos del propio Milei). Pero dicho ajuste, lejos de pesar sobre “la casta”, como el presidente prometía en su campaña electoral, ha sido descargado sobre el agobiado Pueblo argentino (por la “licuación” del valor de los haberes y subsidios a cargo del Estado, debida a la inflación; por la paralización masiva e indiscriminada de las obras públicas; por la reducción drástica de prestaciones sociales; por incrementos exorbitantes en tarifas de servicios públicos e impuestos distorsivos, como los “impuestos a los combustibles”; etc.). Además, dicho superávit fiscal terminó aplicándose al pago de parte de los intereses de la deuda pública del Estado central.

En consonancia con ello, lejos de la reactivación tan prometida y esperada, la economía argentina continúa dando múltiples señales de alarma: contracción de la actividad industrial, aumento del desempleo, depreciación del salario real, caída del consumo interno, deterioro grave de la infraestructura logística, insuficiencia energética, etc. Se trata de un panorama lúgubre al que se agregan: el mal estado de las cuentas del banco central (reservas netas negativas: entre US$.4.000 y US$.8.000 millones) y un incremento hipertrófico de la deuda pública de la administración central (por toma de préstamos sin capacidad de repago, aceptación u ofrecimiento de tasas exorbitantes, renegociación sistemática, anatocismo y toma de deuda para pagar deuda). Basta sólo con tomar nota del salvataje de US$ 44.000/48.000 millones acordado con el FMI y otras entidades hace pocos meses, o bien, de las desesperadas gestiones que se están realizando con el objeto de obtener un auxilio financiero del Tesoro de EE.UU., para concluir que Argentina ya se encuentra en el epicentro de una nueva crisis de deuda pública, con serio riesgo de default.

Paralelamente, se agita el fantasma de la devaluación del peso, porque el gobierno de Milei está “subsidiando” con deuda pública el tipo de cambio con el dólar estadounidense, manteniéndolo atrasado. Esta cotización no resulta sostenible, ante todo, por su artificialidad y la volatilidad de la deuda sobre la cual se apoya semejante ficción. Pero, además, porque se trata de un tipo de cambio no competitivo para el comercio exterior, el cual, junto con la política aperturista de Milei que elimina trabas a la importación, altera la balanza comercial.

            b. Escándalos por presuntos delitos:

            En lo que va de 2025, se han ido acumulando diversos casos altamente resonantes que han enlodado al gobierno de Milei: el de la cripto-moneda $LIBRA; el del fentanilo contaminado que ya ha provocado más de 100 muertes; el de los audios atribuidos al ex director de la Agencia Nacional de Discapacidad, en los que se habla de sobornos sistemáticos, involucrando a Karina Milei, hermana del presidente y Secretaria General de la Presidencia; y el de la relación del diputado José L. Espert, una de las principales figuras del oficialismo en la Cámara baja nacional, con ‘Fred’ Machado, un empresario argentino que se encuentra en prisión domiciliaria, a la espera de la resolución de un pedido de extradición efectuado por un tribunal judicial texano en una causa sobre actividades de narcotráfico y lavado de dinero, entre otros delitos (debido a este escándalo, Espert ha sido denunciado penalmente en Argentina y acaba de renunciar a su candidatura a senador nacional)…

Estas causas han puesto en crisis uno de los activos políticos fundamentales del “mileísmo”: el embanderamiento en la honestidad, la transparencia y la eficiencia. Además, estos escándalos han propiciado el reflote de anteriores denuncias públicas contra diversos dirigentes de LLA, efectuadas por ex partidarios “mileístas” desengañados, sobre: cobro por reuniones con Milei, venta de candidaturas e, incluso, acoso sexual. En este inquietante contexto, ante una ciudadanía cada vez más hastiada, comienzan a sonar públicamente algunas voces que aseveran que Milei consume habitualmente psicofármacos de fuerte acción y usa pañales por incontinencia. Además, algunas de ellas, lo acusan públicamente de haber consumido y/o divulgado pornografía infantil (versiones, éstas, que, por su extrema gravedad, provocan una mezcla de desconcierto, perplejidad, indignación y repudio).

            III) No es necesario decir que todo lo reseñado constituye un cóctel explosivo de alta peligrosidad, máxime en un contexto donde, para colmo de males, el conjunto de las fuerzas políticas se encuentran debilitadas en su representatividad (los altos porcentajes de ausentismo electoral y voto en blanco así lo atestiguan). Así las cosas, en la atmósfera argentina flota -cada vez con más espesura- el tufillo fúnebre de un posible colapso del gobierno de Milei, así como la inquietante sensación de que el país se encuentra en la víspera de cambios abruptos. No en vano, en los ámbitos políticos, la prensa y la opinión pública, resuenan cada vez más fuertemente los diagnósticos de “fin de ciclo” y pronósticos de “eclosión de la crisis”. Incluso, tales presagios encuentran cabida y hacen eco en varios medios y ambientes afines al gobierno de Milei y/o vinculados a su entorno más cercano.

En medio de tan penumbroso e inquietante escenario, sobresale una actora clave, cuya especial relevancia político-institucional parece agigantarse con cada día que pasa en este complicado trance. Se trata de la vicepresidente de la nación, Victoria Villarruel, a quien le tocaría asumir la primera magistratura del país en el caso de una salida anticipada de Milei. Se trata de una figura política muy diferente a la del presidente. En contraste con las extravagancias ideológicas de este último, Villarruel reivindica un patriotismo profundo, sano y diáfano, enriquecido por otros valores tradicionales que son caros al Pueblo argentino. Frente a los escándalos que mancillan la imagen de Milei, la reputación de Villarruel se encuentra exenta de toda sospecha de corrupción. En las antípodas de los arrebatos y exabruptos en los que suele incurrir el “hombre de la motosierra”, Villarruel hace gala de una afinada prudencia y sensatez. Cualidad, ésta, que la vicepresidente puso en evidencia, por ejemplo, en la lúcida y firme mesura con que -en una prístina muestra de dignidad personal y responsabilidad política- supo contestar los injustificados y ensañados agravios que Milei dirigiera en su contra. Contra la radical cerrazón e intransigencia de la que este último se jacta abiertamente, Villarruel ha puesto de manifiesto que posee una notable apertura al diálogo político, una actitud que no ha tardado en ser advertida y valorada en diversos espacios político-partidarios, propiciando el acercamiento de importantes referentes de los mismos, entre los que se destacan importantes senadores nacionales y gobernadores de provincias.

A lo dicho recién debe añadirse un factor objetivo fundamental, que está dado por la Argentina misma. Sus ingentes riquezas y la demostrada resiliencia de habitantes mantienen abierta la posibilidad de una recuperación relativamente rápida del país, pese a la gravedad de los problemas que lo atenazan. Una recuperación que, ciertamente, depende de los cambios de rumbo que la conducción política debe hacer.

Todo ello trae algo de serenidad y alienta cierto optimismo, frente a la tormenta que parece estar a punto de desencadenarse sobre Argentina. Cabe aquí evocar que el padre de la vicepresidente, Eduardo Villarruel, alto oficial del Ejército Argentino y veterano de destacada actuación en la Guerra del Atlántico Sur, solía concluir sus conferencias geopolíticas para jóvenes, señalando el enorme potencial argentino y llamando al compromiso patriótico activo. Tal vez, la Providencia Divina tenga previsto encomendar a la hija de aquel valeroso teniente coronel, que asuma el timón del buque nacional, maniobre para evadir la tormenta que se avecina y reencause al país por rutas de buenos aires hacia su destino de grandeza.

En el presente contexto, proliferan las señales que llevan a inferir que, más temprano que tarde, se precipitarán dramáticamente los acontecimientos en Argentina, definiéndose en alguna dirección -para bien o para mal- la incierta situación del país sudamericano. Por el momento, sólo DIOS sabe qué pasará...


Javier M. del Castillo es abogado y docente universitario argentino.

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