Sombras chinas





Andrea Marcigliano

https://electomagazine.it/ombre-cinesi-2/

De la última reunión de la OCS (Organización de Cooperación de Shanghái) se proyectan muchas y grandes sombras.

En su mayoría, sombras chinas.

Xi Jinping habló. Y habló largo rato, contrariamente a sus costumbres.

Un discurso programático, que traza el futuro de la OCS y, al mismo tiempo, revela entre líneas el proyecto de expansión chino.

Porque Xi se muestra sumamente decidido. Declara que China, el coloso chino, pretende invertir, y mucho, en los países en vías de desarrollo que forman parte o están cerca de la OCS.

Una ayuda a 360°. Que representa la respuesta china a las políticas implementadas por Washington y los europeos hacia el llamado Tercer Mundo.

Políticas que, seamos claros, siempre han sido fundamentalmente depredadoras.

Destinadas a despojar a estos países de sus riquezas naturales. Aprovechando tanto una política cultural dirigida a sus clases dirigentes como la sistemática corrupción de las mismas.

África ha pagado, y aún paga, las consecuencias. Y es solo un ejemplo, sin duda macroscópico, entre tantos otros que podríamos citar de América Latina y Asia.

Pero atención, no hay que malinterpretar. No caer en el simplismo de ver a China como el “bueno” y a Occidente como el “malo”.

Un error exactamente especular al otro, solo aparentemente opuesto. El que presenta a Occidente como faro de civilización y a los demás, todos los demás, como bárbaros primitivos.

El de Xi Jinping es un discurso que preludia una acción perfectamente política.

Pekín es consciente de cómo las clases dirigentes del Tercer Mundo están, en esencia, sometidas a la cultura occidental.

Cultura que sigue manteniendo una primacía indiscutible. Es la base, el fundamento, de donde parten las élites de estos países. A menudo, si no siempre, formadas en Estados Unidos y Gran Bretaña.

Un vínculo que el neocolonialismo occidental siempre ha explotado con gran inteligencia.

Y la clase dirigente de Pekín es plenamente consciente de no ser competitiva en este terreno.

La milenaria cultura china, de hecho, no es transferible ni consumible como la cultura de masas producida por la maquinaria angloamericana.

Por poner un ejemplo: en África, Asia y América Latina están muy difundidos los cómics estadounidenses. A menudo adaptados a los nuevos contextos para penetrar más profundamente en esas diferentes culturas y someterlas.

Así, Spiderman, el Hombre Araña, se ha convertido, para la India, en un chico bengalí que recibe sus poderes de la Diosa Araña.

Respeto formal por una tradición diferente, útil sin embargo para vehicular el modelo globalista.

Solo un ejemplo, por lo demás ya antiguo de décadas, entre muchos. Pero sirve para demostrar la clara ventaja de la cultura occidental sobre sus potenciales competidoras.

En Pekín lo saben bien. Por eso apuestan por otra cosa. No por la cultura de masas, sino por el desarrollo económico. Por la expansión de un área de bienestar creciente, pilotada y guiada por China.

Porque la convicción de los mandarines de Pekín es que el dominio americano será progresivamente quebrado por el desarrollo económico del resto del mundo.

Y a eso están apostando. El discurso de Xi Jinping es el claro ejemplo de ello.

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