¿Financiación en lugar de suministro? O: cómo es hoy en día la participación en la guerra
El general Freuding lo ha confirmado en la cadena ZDF:
Alemania financia una «cifra elevada de tres dígitos» de misiles de largo alcance para Ucrania; los primeros ejemplares se entregarán en julio de 2025. Oficialmente, se trata de una «producción propia ucraniana», financiada con fondos presupuestarios alemanes.
Pero quien lo analiza detenidamente se pregunta:
¿Cómo es posible desarrollar, probar, certificar y entregar listos para el combate unos misiles completamente nuevos en pocas semanas?
¿O se trata en realidad de sistemas ya existentes, como los misiles de crucero Taurus, entregados en piezas sueltas y con una nueva «etiqueta»?
La financiación no es lo mismo que la entrega, pero puede tener el mismo efecto.
La diferencia entre «no suministramos armas» y «financiamos la producción de sistemas de armas ofensivas» es relevante desde el punto de vista jurídico, pero posiblemente insignificante desde el punto de vista militar.
Porque en el campo de batalla no importa quién ha pagado, sino de dónde proviene la tecnología y dónde impacta.
Si los sistemas alemanes atacan, directa o indirectamente, el territorio ruso, la reacción difícilmente se detendrá en la etiqueta.
Francia y Gran Bretaña disponen de disuasión nuclear.
Alemania no. Y, sin embargo, financia armas que están destinadas a afectar profundamente al corazón de Rusia.
¿Qué probabilidad hay de que esto no tenga consecuencias?
Quizás sea hora de hablar con más sinceridad.
No sobre etiquetas.
Sino sobre responsabilidad.
No sobre conceptos.
Sino sobre consecuencias.
No sobre roles.
Sino sobre realidades.
La guerra no comienza con una explosión, sino con una participación sigilosa.
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