El Departamento de Estado de EE. UU. acusa a la UE de falta de libertad de expresión y censura
https://pi-news.net/2025/07/us-aussenministerium-wirft-eu-mangelnde-meinungsfreiheit-und-zensur-vor/
« Todo lo que la Ley de Servicios Digitales (DSA) realmente protege, son las élites europeas contra sus propios pueblos », escribe el Departamento de Estado de EE. UU. en X, con el mensaje original de Francia tachado.
El 2 de julio, la Comisión Europea aprobó un acto jurídico discreto pero con consecuencias importantes: el « Delegated Act on Data Access » del « Digital Services Act » (DSA), que concretiza el acceso de investigadores políticamente autorizados a datos internos de plataformas.
Al mismo tiempo, estalló un enfrentamiento diplomático abierto entre Francia y Estados Unidos – no en comités, sino en X. Dos publicaciones casi idénticas, un espacio digital, dos narrativas opuestas. El mensaje: la lucha por la libertad de expresión ha alcanzado una nueva fase – y la UE está cada vez más en el centro de la crítica.
La delegación permanente de Francia ante la ONU elogió el Digital Services Act, aplicable en toda la UE, como una ley que no viola la libertad de expresión, sino que garantiza la seguridad digital.
Pero el Departamento de Estado de EE. UU. reaccionó de forma inusualmente dura: « En Europa, miles de personas son condenadas por criticar a sus propios gobiernos. Este mensaje orwelliano no engaña a los Estados Unidos. La censura no es libertad. Todo lo que la DSA realmente protege, son las élites europeas contra sus propios pueblos. »
La declaración original tachada. La forma visual permanece, pero el contenido semántico cambia. EE. UU. acusan públicamente a Europa de censura – un quiebre en el ámbito diplomático. La unidad transatlántica en cuestiones de democracia y derechos fundamentales ya no existe.
El soporte jurídico: el Delegated Act del 2 de julio
Mientras la simbolización diplomática se volvía viral, la UE estableció en paralelo la base formal para lo que EE. UU. critica.
El nuevo « Delegated Act » obliga a las grandes plataformas a permitir el acceso interno a datos a los « vetted researchers » (investigadores acreditados).
Estos investigadores deben ser políticamente aprobados, su tema debe ajustarse al catálogo europeo de riesgos sistémicos, su institución debe estar acreditada y su propósito debe ser compatible con el objetivo europeo de « mantenimiento de la democracia ».
Lo que parece una ofensiva por la transparencia, en realidad, revela un régimen de acceso selectivo: solo quienes están autorizados pueden investigar. Solo quienes son considerados « relevantes » por la UE, obtienen acceso. El público en general queda excluido. El acceso a la investigación no se verifica jurídicamente, sino que se asigna administrativamente.
La nueva estructura del poder de opinión
El resultado es una doble estructura de control: las plataformas deben explicar cómo limitan, eliminan o hacen invisibles los contenidos mediante algoritmos, pero lo hacen en diálogo con las autoridades, no con los usuarios.
Al mismo tiempo, la investigación y la crítica se canalizan. Quienes no obtienen permiso oficial permanecen ciegos ante los mecanismos de manipulación digital de opinión.
El control sobre conceptos como « desinformación », « discurso de odio » o « debate cívico » sigue en manos de instituciones sometidas a presión legitimadora. La Comisión Europea – que no es un gobierno elegido formalmente – regula el espacio digital de Europa, sin control público, sin equilibrio legal. La crítica a esto se dificulta estructuralmente: los investigadores solo pueden estudiar lo que la Comisión permite. El conocimiento científico se convierte en una función licenciada de la agenda política.
EE. UU. contra Europa: intereses en lugar de valores
Que sean precisamente los Estados Unidos los que atacan públicamente este mecanismo, tiene una explicación geopolítica. Bajo Trump, Washington define su política exterior estrictamente por intereses – y aprovecha cada debilidad del adversario para posicionarse globalmente.
Una Europa que regula opiniones es vulnerable – no militarmente, sino moralmente. Y quienes persiguen a sus críticos pierden la hegemonía del significado de términos como democracia, libertad y pluralismo.
En este nuevo orden, la UE ya no actúa como un socio de alianza, sino como un actor con su propia infraestructura – pero sin credibilidad.
El DSA pasa así de ser un instrumento de defensa a una debilidad estratégica: lo que se pensaba como protección, se convierte en un blanco de ataque.
EE. UU. muestran abiertamente que la UE habla de libertad, pero actúa según la lógica del control. Y esto es politizado – no a pesar, sino por el fundamento de los valores occidentales.
Conclusión: El DSA como símbolo de un modelo que se desmorona
La « Ley de Servicios Digitales » nunca fue solo una ley, sino la expresión de un paradigma político: la crisis de Occidente ya no se decide por la violencia, sino por los relatos.
Las instituciones europeas hacen todo lo posible por estabilizar estos relatos, incluso a costa de la libertad de expresión.
El enfrentamiento entre Francia y EE. UU. muestra: la narrativa de la democracia liberal ya no es un hecho asumido. Se defiende activamente, no contra enemigos externos, sino frente a las grietas internas.
El DSA busca ayudar a sellar estas grietas. Pero con cada nuevo párrafo, se vuelve cada vez más evidente: las fachadas todavía aguantan, pero la estructura subyacente se desmorona.
Lo que queda, es un espacio discursivo gestionado con apariencia democrática, y la desconfianza de quienes ya no pueden entrar en él.
Commentaires
Enregistrer un commentaire