Bruselas paga – Washington cobra. Acuerdo comercial con potencial explosivo para la UE

 


Elena Fritz

Un nuevo acuerdo transatlántico, firmado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, parece una confesión de deuda geopolítica de Europa hacia EE.UU.:

🔻 Los productos estadounidenses tienen acceso libre al mercado de la UE — sin aranceles.

🔻 Los productos europeos seguirán siendo gravados en EE.UU. con tasas de hasta el 15%.

🔻 Compromiso de comprar energía estadounidense: 750 mil millones de dólares.

🔻 Inversiones previstas de la UE en la economía estadounidense: otros 600 mil millones de dólares.

🔻 Compra adicional (no cuantificada) de armas estadounidenses. 

Formalmente, el acuerdo parece un tratado comercial clásico. Pero en realidad, es una palanca estratégica para desviar fondos europeos hacia la economía estadounidense — en medio de una fase donde Europa está tambaleándose económicamente. Y: no serán Bruselas, sino los gobiernos nacionales quienes pagarán. 

Alemania, como siempre, probablemente asumirá la mayor carga. El dogma no escrito “Los alemanes pagan por todo” sigue siendo confiable — aunque su industria se debilita, la situación presupuestaria está tensa y la infraestructura básica se deteriora. 

Pero con Francia e Italia, este patrón difícilmente se podrá repetir. En París, ya desde hace meses hay tensiones subterráneas, en Roma, hablan abiertamente de una reorientación nacional. 

El contenido geopolítico del acuerdo no radica en el comercio, sino en su impacto explosivo sobre la coherencia interna de la UE. Porque: estos compromisos son prácticamente imposibles de hacer cumplir políticamente. Y en eso radica la semilla de una ruptura inminente. 

Ursula von der Leyen ha — voluntariamente o por descuido — firmado un pacto que podría conducir a la desintegración de Europa. 

El plan es claro y no expresado:

La UE se convierte en la caja registradora de los intereses estadounidenses.

Europa paga por energía, armas y deuda estadounidenses.

Al mismo tiempo, la administración Trump quiere reducir sus gastos en Ucrania — y obtener beneficios de la guerra. 

Ucrania sigue siendo un pozo sin fondo, pero a partir de ahora, sin garantía de crédito por parte de Estados Unidos. La presión sobre las arcas europeas aumenta, mientras Estados Unidos se reinstitucionaliza con el apoyo de capitales europeos.

Conclusión:

Este acuerdo no es un tratado entre socios iguales; es un mecanismo de redistribución de carácter geopolítico. Lo que nos venden como un «refuerzo de las relaciones transatlánticas» resulta ser una renuncia mutilante de Europa a afirmarse a sí misma.

Consecuencia lógica:

Seremos testigos de un enfrentamiento entre la Comisión de Bruselas y los gobiernos nacionales.

Ya no se trata de reformas. Se trata de la supervivencia del proyecto europeo en su forma actual.

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