¿Para bellum? Sí, pero las guerras han cambiado desde los tiempos de los romanos.
Ala de Granha
https://electomagazine.it/para-bellum-gia-ma-le-guerre-son-cambiate-dai-tempi-dei-romani/
Si vis pacem, para bellum. ¿Quiénes somos nosotros para cuestionar una máxima latina redescubierta de repente por los pijos que hablaban solo con jerga angloamericana entre un "ok", una reunión, un negocio, un "asap" y un "políticamente correcto"? Valditara incluso reintroduce el estudio del latín en las escuelas secundarias, así que hagamos como si los romanos siempre hubieran tenido razón. Y no hubieran perdido un imperio. Prepármonos para la guerra. Sí, pero ¿cómo? ¿Para qué guerra?
Contra los rusos, por supuesto. Que tienen 145 millones de habitantes, un tercio de los de Europa que supuestamente deberían ocupar según los eurolocos. Y con una economía que no llega a fin de mes, siempre según los eurolocos. Sin más armas ni vehículos, en los relatos de los periódicos italianos y no solo italianos.
Sin embargo, para defendernos de un enemigo sin recursos y sin futuro, tendríamos que gastar 800 mil millones de euros. 30 más al año solo para la parte italiana. Genial, los comerciantes de la muerte agradecen.
Mientras tanto, el resto del mundo, que no solo ha aprendido sino también comprendido las máximas latinas, se prepara para la guerra, pero con la conciencia de que el choque se ha trasladado de los campos de batalla y que requiere armas muy diferentes. Es fácil masacrar a palestinos y Houthi desarmados, pero Donald Trump, para amenazar a Canadá y a EE. UU., Brasil y China, usó aranceles, no misiles. Y China ha respondido estos días no solo con aranceles, sino ilustrando un masivo plan de inversiones para relanzar la economía. Comenzando, al igual que EE. UU., por el mercado interno.
Porque con la garantía de una producción industrial y agrícola absorbida en buena parte por sus propios ciudadanos, se pueden afrontar con mayor probabilidad de éxito los desafíos del comercio internacional. Mientras la desinformación italiana hablaba del colapso de la producción de trigo ruso, Rusia establecía nuevos récords de producción de trigo y, como consecuencia, bajaba los precios en el mercado interno.
Mientras Italia compra trigo canadiense con glifosato y los precios aumentan.
Pero el desafío está en las tecnologías, en la competitividad de los productos industriales, en la investigación, en la innovación. Teniendo en cuenta que Europa carece de materias primas y que necesita relaciones internacionales para obtenerlas. No precisamente las que ha creado Macron con África, dicho sea de paso. También la renuncia al gas y al petróleo rusos para apostar por la energía nuclear requiere importaciones de uranio, sin contar el tiempo necesario para construir las plantas.
Todos estos son aspectos que los eurofools ignoran. A ellos les basta con hacer ricos a sus amiguitos que venden armas y muerte. Quos vult Jupiter perdere, dementat prius. Pero esto no lo han estudiado.
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