La visión geopolítica de James Burnham
Federico Bordonaro, Ph.D.
El viaje de James Burnham de trotskista a estratega de la Guerra Fría fue uno de transformación radical. En la década de 1930, era un intelectual marxista, pero en la de 1940 se convirtió en uno de los críticos más feroces del comunismo, abogando por una estrategia agresiva de EE. UU. para desmantelar la influencia soviética.
Su trabajo inicial, La Revolución Gerencial (1941), predijo un mundo dominado por tres superestados: un bloque liderado por Estados Unidos, un núcleo germano-europeo y una esfera japonés-asiática. Subestimó la resiliencia de la Unión Soviética, esperando que se fragmentara. Sin embargo, su perspectiva geopolítica en evolución lo llevó a ver el estalinismo no como una distorsión del marxismo, sino como su resultado lógico.
La aceptación del realismo político por parte de Burnham fue moldeada por pensadores como Maquiavelo y Pareto. En Los Maquiavélicos (1943), argumentó que la política está impulsada por luchas de poder, no por ideales morales. Las élites gobernantes, afirmó, mantienen el control a través de mitos políticos y del interés propio, en lugar de cualquier compromiso con principios democráticos.
Para 1947, en La Lucha por el Mundo, Burnham había formulado una visión clara de la Guerra Fría: la Unión Soviética aspiraba a la dominación global, utilizando la ideología como una herramienta para la expansión geopolítica. Interpretó los movimientos de Stalin a través de la lente de la Teoría del Corazón de Halford Mackinder, viendo el empuje de la URSS hacia Europa, el Medio Oriente y Asia como parte de una gran estrategia para controlar la masa terrestre eurasiática.
Burnham dividió la expansión soviética en círculos concéntricos. El primero incluía estados satélites como Mongolia y los países bálticos; el segundo abarcaba áreas en disputa como Alemania Occidental y el norte de China; el tercero involucraba países vulnerables a la infiltración ideológica soviética, como Italia, Grecia y América Latina. Para contrarrestar esto, argumentó, EE. UU. debía hacer más que contener el comunismo: necesitaba revertirlo.
Criticó la política exterior inicial de la administración Truman como naïve, tratando a la URSS como una potencia tradicional en lugar de un imperio ideológico expansionista. Si bien reconoció que la Doctrina Truman marcaba un cambio hacia una postura más firme, advirtió que la contención por sí sola no sería suficiente. La victoria en la Guerra Fría requería socavar la influencia soviética, no solo limitar su difusión.
Las ideas de Burnham influyeron en la política estadounidense posterior, particularmente en el enfoque agresivo de Reagan para confrontar a la URSS en la década de 1980. Su visión de la geopolítica, moldeada por el realismo clásico y la previsión estratégica, sigue siendo una poderosa lente para entender las dinámicas del poder global hoy en día.
Más sobre este autor y otros pensadores geopolíticos angloamericanos aquí: https://federicobordonaro.blogspot.com/2023/09/la-geopolitica-anglosassone-dalle.html
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