Realismo croata y fantasías alemanas


Andrea Marcigliano

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Zoran Milanović ha sido reelegido como presidente de Croacia. Nada extraordinario. Su popularidad es indiscutible, y había pocas dudas sobre su reelección.

Sin embargo, lo que realmente importa y, en cierto modo, deja asombrados, es su discurso de toma de posesión.

Un discurso decididamente incómodo. Del cual, obviamente, nuestros grandes medios no han dado ninguna noticia.

Porque Milanović retomó las recientes palabras de la ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, sin siquiera mencionarla por su nombre. Digo mencionarla porque la ministra en cuestión es la señora Annalena Baerbock, con una brillante (es un decir) carrera como ambientalista en los Verdes y sin experiencia alguna en política internacional.

Y, sin embargo, desde 2021 asumió el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania. Destacándose por algunas iniciativas loables, como la destinada a Nigeria: la devolución de miles de objetos que se encontraban en museos alemanes.

Por lo demás, su posición como ministra de Asuntos Exteriores en Berlín ha destacado por su total alineamiento con las decisiones de la administración Biden. Apoyo incondicional a Zelensky y guerra contra Rusia.

Sí, precisamente “guerra”. Porque esta es la palabra utilizada por la imprudente ministra. Y en más de una ocasión.

Que los líderes de la UE, especialmente aquellos burócratas no elegidos por nadie, de la Comisión estén haciendo la guerra a Rusia, es algo conocido y evidente. Sin embargo, por cortesía, se evita decirlo. Más aún porque, al final, quienes van al frente y mueren son los ucranianos, gracias al diligente Zelensky.

Pero, evidentemente, esto es insuficiente para la belicosa ministra alemana, completamente ignorante de las reglas, no escritas pero vigentes, de la diplomacia. Se deja llevar por tales declaraciones, poniendo en mayores aprietos al pobre Scholz, el canciller que, por poco tiempo más, seguirá en el cargo, y que siempre ha tratado, aunque mayormente sin éxito, de fingir que Alemania no es una marioneta en manos de Biden y compañía. Y que, sobre todo, no está librando una guerra contra Moscú.

Una ficción lamentable, y también algo ridícula, sin duda. Pero al menos intentaba salvar alguna apariencia.

Entonces llega Baerbock y… Creo que, en este punto, el pobre Scholz no puede esperar a que este tormento termine.

Sin embargo, el presidente croata aprovecha la oportunidad y declara —lo recuerdo, recién reelegido— que si Alemania está en guerra con Rusia, le desea mucha suerte. 

Más allá de las bromas, el discurso de Milanović nos demuestra claramente una cosa.

Cada vez más países europeos están mostrando su descontento con la política de confrontación con Moscú.

Cada vez más comienzan a reivindicar decididamente su independencia, su capacidad de decidir de forma autónoma, sin los dictados de la Comisión de Bruselas.

Cuyas posiciones belicosas y militaristas suenan, cada vez más, fuera de lugar. Especialmente porque no son los burócratas de Bruselas quienes deben ir a luchar y morir. Ni tampoco quienes tienen que soportar algún sacrificio. Más bien, al contrario…

Croacia ha dejado claro lo que piensa de esta guerra. No es el único país, ni tampoco el primero.

Y Alemania se está acercando a las elecciones. Después de las cuales, previsiblemente, la señora Baerbock volverá a ocuparse de pajaritos y focas monje. Siempre y cuando, claro, que los Verdes sigan existiendo en el Bundestag.


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