Algo más que un mero voto de protesta, pero algo menos que un voto por una alternativa
por Andrea Zhok
Fuente: Andrea Zhok & https://www.ariannaeditrice.it/articoli/qualcosa-di-piu-di-un-mero-voto-di-protesta-ma-qualcosa-di-meno-di-un-voto-per-un-alternativa
Entre
los diversos análisis desequilibrados del voto europeo, hay uno, muy
extendido, que vincula el progreso (relativo) de los partidos de
derechas o nacionalistas en el panorama político al ambiente belicoso,
según la lógica que asocia a la derecha con el temperamento belicista.
Se
trata de un análisis que, además de expresar una preocupante ceguera
ante la realidad, resulta especialmente perjudicial. En efecto,
proporciona una coartada más a los numerosos pensadores de derechas, que
siguen leyendo la política con categorías binarias de hace cien años
(izquierda - derecha, progreso - reacción, pacifismo - belicismo, etc.).
Ahora
bien, si hay algo que está claro es que las fuerzas políticas que más
han alimentado el belicismo en la escena europea han sido fuerzas de
centro (los "moderados por la nuclearización", como Von der Leyen) y
fuerzas autodenominadas progresistas de izquierda o centroizquierda
(desde el SPD de Scholz, al Renacimiento de Macron, pasando por los
Verdes de Annalena Baerbock).
Las fuerzas de derechas
recompensadas por las elecciones son casi todas (la única excepción
significativa es nuestro Meloni) contrarias a la guerra, contrarias al
envío de armas a Ucrania, contrarias a las sanciones a Rusia (no por
rusofilia, sino porque son conscientes de que nos perjudican más a
nosotros que a Rusia).
Incluso allí donde la derecha gobernante
no es recompensada, como en Hungría, se la cuestiona por cuestiones de
corrupción interna, no por la línea política. Así ocurre que en Hungría
los dos partidos líderes son el Fidesz, con un 46%, seguido del Tisza,
liderado por una escisión del Fidesz, con un 31%, con una agenda de
política exterior indistinguible de la de Orban.
La amenaza de guerra y el freno a la autodestrucción económica de Europa son los puntos en los que ganó la derecha, donde ganó.
Que en estos temas la izquierda no haya logrado dar un golpe desde hace tiempo es algo sobre lo que reflexionar.
En
los herederos históricos de los partidos socialistas y populares -así
como en los Verdes- prevalece hoy un atlantismo obtuso, una visión
maniquea y fuertemente ideologizada de la historia y de la política,
prevalece sobre todo una visión del mundo desconcertantemente abstracta,
que ha perdido todo contacto con el sentido común incluso antes de
haber perdido el contacto con los comunes. Es esa abstracción europea la
que coloca las sillas del Titanic en su sitio (con batallas heroicas
sobre los derechos LGBTQ, los coches eléctricos y la certificación
térmica) mientras nos prepara para la guerra con una sonrisa en la cara
(el CO2 es muy malo para nosotros, pero en cuanto a la radiación
ionizante y el uranio empobrecido, qué más da).
Sin embargo, las
fuerzas de derechas que salgan victoriosas, como la AfD o, con un
programa mucho más diluido, el Rassemblement National de Le Pen, no
representan respuestas realistas a la actual desorientación del
electorado.
Son algo más que un mero voto de protesta, pero algo menos que un voto por una alternativa.
A
pesar de algunos signos interesantes, como el buen éxito de la Bündnis
Sahra Wagenknecht en Alemania, todavía no hay señales de una alternativa
programáticamente sólida.
PS. Sin embargo, apuesto a que la política europea no cambiará ni un ápice. Porque no se decide en Europa.
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