150 países para la Ruta de la Seda. Pero para los neomeloneses y los mayordomos es un fracaso

Enrico Toselli

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¿La Ruta de la Seda china? Todo el mundo sabe que es un fracaso. Por eso la previsora y, sobre todo, independiente Giorgia Meloni la abandonará sin remordimientos. Por otra parte, la reunión en Pekín para celebrar el 10º aniversario del proyecto quedó desierta para todo el mundo. Bueno, casi todos: Putin fue. Pero sólo él, según la imagen que complace a la desinformación italiana.

En realidad, acudieron representantes de 150 países y de 30 organizaciones internacionales. Pero no es necesario detenerse en estas cifras insignificantes. Tampoco en las económicas: contratos por valor de más de 2 billones de dólares, más de 200 acuerdos firmados con 152 países y 32 organizaciones internacionales.

Se han construido grandes infraestructuras, desde ferrocarriles a puertos, desde presas a carreteras. Pero muchos países se han endeudado con Pekín, replican los críticos atlantistas. Muy cierto, pero mejor endeudarse para realizar obras que fomenten el desarrollo que ser saqueados por antiguas potencias coloniales o por quienes consideran a otros países como el "patio trasero" de Estados Unidos.

Y de hecho, con la excepción de los sha italianos, los demás socios siguen queriendo trabajar con China. Tampoco funciona la oposición creada por los atlantistas entre la Ruta de la Seda china y la futura Ruta del Algodón india. Porque, en realidad y no en las esperanzas de los analistas occidentales, los países implicados en los dos proyectos son a menudo los mismos y sus respectivas infraestructuras se conectan y refuerzan mutuamente.

Son las infraestructuras las que permiten el desarrollo del Sur global. Inversiones a las que la Italia del Plan Mattei contrapone gratificaciones y ganancias inesperadas, explotación y desilusión. ¿Inversiones? Cero. ¿Estrategias de desarrollo? Cero. Sin embargo, financian a periódicos y periodistas que cuentan la bonita historia de una China al borde del abismo y de una Rusia que se precipita al abismo. Aunque la realidad es ligeramente distinta. Pero el régimen tiene muchos amigos dispuestos a repetir que Zelensky está a punto de ocupar Moscú y que el PIB italiano está volando. Y casi el 50% de los italianos incluso se lo creen.