Hacia una "media luna de estabilidad": crece el aislamiento de Israel
por Giacomo Gabellini
Giacomo Gabellini: Verso una “mezzaluna di stabilità”: cresce l'isolamento di Israele
Desde
hace varios meses, la región de Oriente Próximo es objeto de
convulsiones geopolíticas de enorme magnitud, atribuibles principalmente
a la meticulosa labor diplomática llevada a cabo por China y Rusia, que
se han convertido en promotores de una recomposición generalizada de
unas relaciones desgarradas por décadas de hostilidad.
El
acontecimiento central lo constituye sin duda la reanudación, acordada
gracias a la mediación china, de las relaciones diplomáticas entre Irán y
Arabia Saudí, que implica la reapertura de oficinas de representación,
el desembolso de inversiones conjuntas para el desarrollo de yacimientos
de gas en el Golfo Pérsico y la asunción conjunta del compromiso de
poner fin al conflicto yemení. El acuerdo", señala el especialista Scott
Ritter, "promete transformar esta "media luna de caos" en una "media
luna de estabilidad". Si se aplica con éxito, el entendimiento podría
marcar el comienzo de una nueva era en la que el crecimiento económico
suplante al poder militar en la definición de Oriente Próximo'.
La
atenuación de las fricciones entre Teherán y Riad, reconfirmada con el
encuentro en Pekín entre sus respectivos ministros de Exteriores, vacía
de hecho de contenido el proyecto de "OTAN antiiraní en Oriente Próximo"
perseguido por la administración Trump a través de los Acuerdos de
Abraham, sentando así las bases para la reanudación del diálogo entre el
Frente Saudí-Emirat y la Siria baasista y la readmisión de esta última
en la Liga Árabe, favorecida esta vez por la intercesión rusa. Una vez
formalizada la "reintegración", informó "Bloomberg" basándose en
confidencias de fuentes diplomáticas, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes
Unidos empezaron incluso a presionar a varios países europeos para que
restablecieran relaciones con Siria e iniciaran un proceso de
levantamiento de las sanciones impuestas a la nación desgarrada por más
de una década de guerra.
Según Peter Ford, antiguo embajador
británico en Damasco, "es difícil sobrestimar la importancia de la
readmisión de Siria en la Liga Árabe [...]. El significado va mucho más
allá de la propia Siria [...]. Perder a Siria es una pérdida. Pero
perder a Arabia Saudí es desastroso y esto quedará cada vez más claro". A
su vez, el activismo de Moscú facilitó el lanzamiento de un complejo
programa de normalización de las relaciones entre Siria, por un lado, y
Turquía y Qatar, por otro, que simultáneamente enmendó la ruptura con
Egipto provocada por el golpe de Estado del general al-Sisi y la
represión de los Hermanos Musulmanes que le siguió.
En un
contexto tan profundamente marcado por la alteración de la postura
tradicionalmente adoptada por los países de la zona de Oriente Próximo,
Israel tiende a seguir siendo casi la única fuerza que se mantiene en
una contratendencia sustancial. Tanto como para inducir a los
representantes de Riad a informar a la administración Biden de la
intención saudí de suspender las negociaciones iniciadas para normalizar
los lazos con el Estado judío. Así lo reveló recientemente "Elaph", un
periódico de propiedad saudí con sede en Londres, basándose en
confidencias realizadas por un funcionario anónimo miembro del gabinete
del primer ministro Benjamin Netanyahu. La inductora de esta "retirada"
sería la deriva "extremista" del gobierno israelí, que con su política
extremista está "torpedeando cualquier posibilidad de acercamiento con
los palestinos y, por tanto, con los saudíes".
La reconstrucción
de "Elaph" se ve corroborada por las irritantes y rotundas declaraciones
de condena de la conducta israelí realizadas por antiguos miembros de
alto rango de los "apparatchiks" como Tamir Pardo. En una entrevista
concedida a Associated Press, el ex director del Mossad declaró que en
Israel "existe un estado de apartheid. En un territorio en el que dos
personas son juzgadas según sistemas jurídicos diferentes, sólo puede
haber un estado de apartheid'. A continuación, el propio Pardo subrayó
deliberadamente que sus comentarios sobre la relación entre Israel y los
palestinos 'no son extremos. Representan un reconocimiento'. Aún más
perturbadoras fueron las observaciones de otro antiguo director del
Mossad, a saber, Efraim Halevy, según el cual el entendimiento entre
Teherán y Riad sumado gracias a la mediación china brinda al aparato
dirigente de Tel Aviv una oportunidad de oro para evaluar "si ha llegado
el momento de que Israel aplique una política diferente hacia Irán y,
quizá de forma inteligente y confidencial, sondee su voluntad de
encontrar un 'acercamiento'". Se trata de una señal inequívoca de que en
el núcleo duro del "Estado profundo" israelí existe una gran conciencia
de los riesgos que corre el país al seguir la línea propugnada por
Netanyahu bajo el empuje del ala ultrarradical del gobierno, que se
remonta a los partidos de inspiración religiosa y a sus principales
exponentes: el ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir y el
ministro de Finanzas Bezalel Smotrich.
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