Si no eres virtual, no existes

por Paolo Ermani
Fuente: https://www.ariannaeditrice.it/articoli/se-non-sei-virtuale-non-esisti
Una vez que nos alejamos de la naturaleza y abandonamos el concepto de comunidad, las dos relaciones que nos mantienen espiritualmente vivos, es decir, los demás y la naturaleza, sólo pudimos deslizarnos hacia una realidad virtual a la que llegamos desde la televisión hasta lo que tenemos hoy.
Pruebe,
aunque sólo sea a modo de experimento, a disminuir su virtualidad, a
utilizar mucho menos su teléfono móvil, a no frecuentar las redes
sociales, a no formar parte de mil chats, a no responder a ningún
mensaje en whatsapp. Si hace esto, lenta pero seguramente, desaparecerá
de la relación (virtual) de casi todos sus conocidos (probablemente
incluso de sus familiares). Como ya no disponen de los medios virtuales
para ponerse en contacto, se borrarán automáticamente, lo que sólo puede
ser una consecuencia normal, ya que en un mundo virtual que se creó
para sustituir al real, si de repente ya no están, es como si no
existieran, aunque luego sigan viviendo normalmente y existiendo en la
carne.
Quizá no nos demos cuenta lo suficiente
de la paradoja a la que hemos llegado, según la cual usted sólo existe
si es virtual. ¿Podemos acaso deducir de ello que toda la humanidad que
nos precedió hasta la era de lo virtual no existió? De hecho, uno se
pregunta cómo podrían haber sobrevivido los pueblos del pasado sin ser
virtuales. Cómo podrían haber tenido algún tipo de relación entre ellos
sin la virtualidad. ¿Es también por eso por lo que consideramos atrasado
todo lo que nos precedió? Y por tanto, precisamente porque procede del
mundo real, no cuenta.
Pero, ¿es realmente un progreso toda esta
virtualidad? ¿Es realmente bueno para nosotros? Cuantas más personas
están conectadas, más solas están, las ciudades están llenas de
solteros, los niños ya no se hacen, los hikikomori van en aumento, a los
jóvenes se les diagnostican todo tipo de patologías relacionadas con el
uso de dispositivos virtuales, por no hablar de los daños causados por
el electrosmog, pero eso, lo hemos aprendido bien a estas alturas, es
salud que no nos interesa proteger. Qué decir entonces de los ancianos
que, sin comunidad, sin amistades sólidas y reales, poco hacen con lo
virtual, salvo aumentar su sensación de soledad y desesperación. Si, por
casualidad, se pierde un teléfono móvil, hay riesgo de suicidio, y
realmente hay suicidios a causa del acoso desenfrenado en las redes
sociales, por un comentario sobre la estética de tal o cual niño o niña,
acostumbrados casi desde su infancia a entablar una competición virtual
con el mundo para ver quién es "más guay". Y medir su existencia por
los likes que obtienen, por lo tanto por lo que aparentan ser y no por
lo que son, una gran manera de hacerlos débiles y dependientes.
Una
vez reconocido todo esto, pruebe a abstenerse de lo virtual durante un
tiempo y vea para quién existe realmente en la vida real y para quién
no. Pero prepárese, porque podría ser muy interesante e instructivo
encontrarse vivo y coleando en la realidad, pero abandonado por aquellos
que parecían tan cercanos y presentes en la virtualidad.
Al fin y
al cabo, eso es lo que los vendedores de realidad virtual quieren de
nosotros y nos han preparado tan bien: asegurarse de que si por
casualidad usted quisiera volver a la realidad, a las relaciones no
virtuales y a la naturaleza, se vería disuadido de inmediato, porque
correría el riesgo de encontrarse solo. Pero como dice el refrán: mejor
solo que mal acompañado. Aunque luego, una vez que vuelva a la realidad,
no se encontrará solo porque encontrará la mejor compañía, la de usted
mismo, que es el comienzo óptimo para luego tener esa relación real con
los que aún no se han perdido en la realidad virtual. Y afortunadamente
aún quedan muchos y aún serán más, ya que la ilusión de la realidad
virtual llegará a su fin, por mucho dinero, investigación y trabajo
diario de decenas de miles de personas que inviertan los amos del mundo
para hacernos olvidar nuestra esencia y convertirnos en dóciles y
obedientes autómatas.
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