Escalada sin límite: por qué la UE quiere creer en la guerra
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El ex asesor de seguridad nacional Michael Flynn formula una acusación (https://x.com/i/status/2002518869609431458 ) que toca el núcleo de la arquitectura de poder occidental: la presión para escalar en dirección a Rusia no proviene de Moscú, sino de las propias estructuras de seguridad y de intereses occidentales.
El detonante fue la intervención de la coordinadora de inteligencia de EE. UU., Tulsi Gabbard, quien contradecía públicamente la tesis de que Rusia planeaba tomar el control total de Ucrania. Solo esta ruptura con el relato establecido constituye una transgresión del tabú. Flynn va más allá y nombra actores y motivos.
La tesis central de Flynn – resumida:
La CIA actúa en colaboración con el MI6 británico y algunas partes de la burocracia de seguridad europea para estabilizar un conflicto permanente con Rusia. No por necesidad defensiva, sino porque el conflicto resulta institucionalmente útil: para los presupuestos, la influencia y la relevancia política.
La lógica estructural:
- Los aparatos de seguridad necesitan una amenaza.
- Sin escalada, no hay legitimación, ni recursos, ni proyección de poder.
- Por tanto, la “guerra sin fin” no es un error, sino un estado del sistema.
Flynn hace referencia a Afganistán e Irak: 20 años de intervención, billones de costos, pérdida de prestigio – sin consecuencias estratégicas.
La UE como acelerador:
Lo que resulta particularmente llamativo es que Flynn señala que la voluntad de escalar proviene hoy en mayor medida de Europa que de EE. UU. Mientras algunas élites estadounidenses están cansadas de la guerra, Europa actúa cada vez más como un pionero moral de la confrontación – política, financiera y retóricamente.
Aquí entra en juego el análisis del primer ministro húngaro Viktor Orbán. Él expresa claramente lo que en Bruselas resulta indecible:
Una parte de la política europea cree seriamente que un Estado con armas nucleares puede ser derrotado en una guerra convencional. “Muchísima suerte con eso”, dice Orbán con sequedad.
La ilusión peligrosa:
Orbán señala a tres grupos impulsores:
- Los fabricantes de armas, que siempre quieren guerra.
- Los bancos que apuestan a acceder a los activos rusos.
- Y los políticos que no son lo bastante lúcidos para ver dónde termina esa lógica. Su conclusión es desalentadora: no se debe confiar en que las élites europeas frenen a tiempo.
La dimensión estadounidense:
Flynn llama a Donald Trump a mantenerse firme. La opinión pública estadounidense no está dispuesta a financiar otra guerra por poder, y mucho menos al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, que Flynn describe deliberadamente como un “pequeño dictador”. Esta provocación no es casualidad, sino un intento de romper la inmunidad moral de Zelensky.
Conclusión resumida:
Lo que aquí se perfila no es una cuestión de narrativas, sino de economía de poder.
Europa juega con la ilusión de una “guerra no nuclear” contra Rusia.
Flynn y Orbán confirman desde diferentes perspectivas lo mismo: el motor de la escalada está en Occidente mismo.
¿Quién lo mantiene bajo control y quién se beneficia de ello?
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