El campo francés se siente abandonado en masa




Peter W. Logghe

Fuente: Facebook

A pocos meses de las elecciones municipales francesas (26 de marzo), el campo francés denuncia que se siente abandonado por “París”. Un sentimiento que, como muestra una encuesta reciente de Ipsos para Excellence Ruralités, una red escolar fundada en 2017 para luchar contra la deserción escolar de muchos jóvenes rurales en Francia, es compartido en masa tanto por urbanitas como por habitantes rurales. El resultado principal de la encuesta: aproximadamente 9 de cada 10 franceses piensan que el campo francés está siendo abandonado.

Este sentimiento, por supuesto, se vive principalmente en el campo. El 82 por ciento de los jóvenes residentes rurales en Francia se sienten abandonados, mientras que en los mayores de 65 años la cifra asciende al 91 por ciento. Esta percepción está presente tanto entre los votantes de izquierda como de derecha: el 91 por ciento de los votantes de Rn están de acuerdo, así como el 88 por ciento de los votantes de izquierda y el 77 por ciento de los votantes del centro y de los partidarios del presidente francés Macron.

Escuelas, red médica: todo contribuye a ello.

La escuela es el símbolo de la vida de segunda clase en el campo francés. Seis de cada diez franceses creen que los alumnos con dificultades de aprendizaje reciben mejor apoyo en las grandes ciudades que en el campo. En palabras de Jean-Baptiste Nouailhac, presidente de Excellence Ruralités: “Un alumno rural con dificultades de aprendizaje tiene tres veces menos probabilidades que un alumno urbano de beneficiarse de recursos e instrumentos prioritarios en educación”. Lo cual, por supuesto, afecta los resultados escolares…

Pero la educación no es el único sector donde se evidencia el trato desigual al campo. La SNCF, la compañía ferroviaria francesa, abandona masivamente el campo francés. Se eliminan paradas, y nuevas rutas ferroviarias conectan principalmente las grandes ciudades. “Al subir los precios de la gasolina y eliminar estaciones rurales, condenamos nuestro campo en doble medida”, fue la dura reacción de un diputado rural, Bartholomé Lenoir.

Y todavía no hablamos del colapso de la red médica. En el departamento de la Creuse, ya no se trata el cáncer. Los pacientes deben conducir dos horas para recibir atención, según Lenoir. Pero sin el campo, ya no hay Francia, y sin agricultores, no hay seguridad alimentaria en los anaqueles de las tiendas.


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