¿Adiós a la OTAN?




Andrea Marcigliano

 Fuente: Addio alla Nato?

¿Ganará Donald Trump la carrera hacia la Casa Blanca? Probablemente, cada vez con más probabilidades, siempre que las trampas y los trucos judiciales que le lanzan cada día no le impidan llegar a la votación final el próximo noviembre... Que es lo que esperan -y tratan desesperadamente- de hacer los titiriteros que mueven los hilos del viejo Joe Biden. Poderosos titiriteros, que ya hace cuatro años... pero eso es, a estas alturas, historia. Viejo y sucio.

Pero hablemos de otra cosa. Hablemos de lo que será de la OTAN con The Donald de nuevo en el Despacho Oval. Un Trump, como era de esperar, sediento de la sangre de sus enemigos. Y ya no dispuesto a hacer concesiones y compromisos. Entre otras cosas porque le sirvieron de poco en el pasado reciente.

Porque el anterior, y previsiblemente futuro, presidente se ha permitido declaraciones que no pueden dejar de preocupar. A los actuales dirigentes de la OTAN, por supuesto... y, sobre todo, a los cada vez más inquietos "aliados" europeos.

Tanto es así que Stoltenberg (¿nomen est omen?) reaccionó casi histéricamente a las declaraciones ciertamente paradójicas e irónicas de Trump.

Porque, claro, el magnate no cree realmente que esté "invitando" a Putin a invadir a los países europeos de la OTAN que no cumplan su compromiso de destinar al menos el 2% de su presupuesto de defensa... en esencia, a casi todos ellos. Una paradoja, una boutade. Que, sin embargo, revela una actitud muy precisa hacia la Alianza Atlántica. Y de los "amigos" del Viejo Continente.

Trump, con su vistoso estilo, quería enviar un mensaje. A los aliados.

Que ya no cuenten con el paraguas estadounidense. Los intereses de Estados Unidos, al que represento, no coinciden con los suyos. ¿Quieren defenderse? ¿Quieren persistir en el enfrentamiento/confrontación con Moscú? Pues... entonces aprendan a valerse por sí mismos.

Crudo, sí. Pero contundente.

Ahora bien, sería fácil argumentar que la OTAN siempre ha servido a los intereses estadounidenses. Ha sido, y es ahora más que nunca, un instrumento de su poder. Y esa es precisamente la objeción de fondo que plantea Stoltenberg.....

Sin embargo, Trump no representa a "esa América". La América de los, grandes, potentados financieros. De los Soros, de los Gates... de Black Rock. La suya, la que podría llevarle de nuevo a la Casa Blanca, es otra América. O, mejor dicho, sus profundos bajos fondos. Industrias y empresas. Incluso las medianas y pequeñas. Trabajadores. Familias. Agricultores. La base, y el caldo de cultivo, del Populismo. Que en Estados Unidos no es una burbuja de infamia. Sino una, fuerte, tradición cultural, a la que aún se refieren pensadores como Christofer Lasch y Paul Piccone.

Inherente al ADN del populismo estadounidense -que, lejanamente, se remonta a Andrew Jackson- está lo que estamos acostumbrados a llamar "aislacionismo".

Pero que, en realidad, es otra cosa. Ante todo, está la profunda distancia entre la cultura estadounidense y la europea. Distancia que se traduce en un distanciamiento sustancial. E indiferencia.

Luego, el cuidado de los intereses primordiales del pueblo estadounidense. No los de las élites ilustradas y cosmopolitas, alienadas de su propia tierra. Y que, por esa misma razón, son siempre los mismos. Dondequiera que residan físicamente.

Élites autorreferenciales, que no producen riqueza real, sino que se enriquecen desproporcionadamente explotando el arremolinado juego del capital financiero. Sin raíces. Y que no reconocen otra pertenencia que ellas mismas y sus propios intereses. Y... deseos.

America First... El eslogan de Trump evoca en cambio las raíces, la apariencia a una, precisa, identidad nacional.

Por eso para Trump, y para su América, la OTAN sólo aparece como una carga. De la que hay que deshacerse lo antes posible.

Ojo... esto no pretende ser una apología acrítica de El Donald.

Trump no es "bueno". No es un pacifista pacífico.

Por supuesto, en cuanto sea reelegido trabajará para poner fin a las hostilidades en Ucrania. Y relajará las relaciones con Putin. Esto, porque va en interés de sus Estados Unidos. Que es la economía real. Y necesita las materias primas rusas.

Pero se comportará de forma diferente con China. Y no por Taiwán, sino porque el sistema industrial chino es el principal antagonista del estadounidense.

Y en cuanto a Oriente Próximo... bueno, baste decir que Nethanyau está haciendo votos a su Dios para volver a ver a Trump en el Despacho Oval.

Para la OTAN, sin embargo, sonará el toque de difuntos. Los Estados Unidos de Trump no la necesitan. Es una carga demasiado costosa.

Estamos empezando a hacernos a la idea. Dentro de un año, el horizonte podría cambiar. Radicalmente.

Y para nosotros los europeos, o más bien para nuestras burocracias políticas, será doloroso.



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