Incluso The Economist se ha dado cuenta de que las sanciones a Rusia están arruinando a Europa. Los atlantistas italianos, no.
Augusto Grandi
https://electomagazine.it/persino-latlantista-economist-ha-capito-che-le-sanzioni-alla-russia-rovinano-leuropa-gli-atlantisti-italiani-no/
Curiosamente,
los medios de comunicación del régimen no se han dado cuenta de la
última postura de The Economist. Sin embargo, el periódico es uno de sus
favoritos. Liberal, hiperatlantista, una especie de Biblia para los
desinformadores italianos. Esta vez no. Porque, como señala el embajador
Carlo Marsili, The Economist ha descubierto que las sanciones contra
Rusia impuestas por los estadounidenses y aplicadas por los mayordomos
europeos están perjudicando sobre todo a los europeos. Tafazzi, si el
Economista supiera quiénes son.
Pero los medios de comunicación
italianos no están de acuerdo. Más atlantistas que los atlantistas.
Heroicamente, hasta el último viejo italiano muerto de frío y hambre. De
todos modos, el viejo les importa un bledo. Il Corriere informa de que
ya hemos obligado a Putin a quemar el gas que no quiere vendernos. Sí,
aumenta la contaminación, pero por la gloria de Biden y Zelensky bien se
puede olvidar a la aburrida Greta y a los molestos ecologistas. Y poco
importa, para El Correo, si las empresas extranjeras que nos venden el
gas a un precio muy elevado incluyen accionistas rusos. Lo que Putin no
recoge de un lado, lo recibe del otro.
Carlo Marsili
El
problema, sin embargo, no es Rusia. Es Italia. Es la falta de gas para
calentar los hogares, para hacer funcionar los negocios, para
proporcionar electricidad que no sea sólo hidroeléctrica. Para que los
comercios sigan funcionando, para evitar que la especulación justifique
las absurdas subidas de precios en todos los ámbitos.
Al Corriere
no le interesan los italianos. El embajador Marsili sí. Y por eso exige
que Europa se siente a la mesa con Rusia para negociar de verdad. Que
no sean la farsa de 'Vosotros volvéis, entregáis a los ucranianos las
tierras rusas y rusófilas, también entregáis Crimea (que fue rusa hasta
1954) y nosotros, a cambio, os pagamos menos por el gas'. ¡Una ganga!
Obviamente,
sobre esta base, no se puede conseguir nada. Porque el hecho de la
realidad no puede ser ignorado. Y no se puede ignorar que la guerra de
facto, declarada por Roma a Moscú mediante el envío de armas a Zelensky,
ha conducido a la primera fase de un desastre económico destinado a
agravarse. En Italia, antes en Rusia. Ahora el Corriere insiste en que
los italianos afrontan con regocijo cualquier racionamiento energético y
todos los aumentos de precios que llevarán a millones de personas a la
pobreza. Porque, después, Putin se verá obligado a ceder. Como si no
hubiera países con más de la mitad de la población mundial que no hayan
aprobado sanciones y sigan comerciando con Rusia. Marsili lo sabe; Il Corriere, no.
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