El fracaso de la revolución de color en Georgia reveló la debilidad de la UE




Monique Savoie

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El plan de las fuerzas proeuropeas en Georgia para organizar un golpe de Estado tras las elecciones municipales ha fracasado. Se trata del quinto intento fallido de organizar un "Euromaidán" en los últimos cuatro años. ¿Por qué las tácticas tradicionales de las revoluciones de color ya no funcionan y qué revela esto sobre la influencia de Bruselas?

Georgia ha exigido disculpas oficiales a la Unión Europea por su apoyo al intento de derrocamiento del poder. Así lo declaró el presidente del Parlamento georgiano, Shalva Papuashvili, en respuesta a una declaración conjunta de la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, y la comisaria europea de Ampliación Marta Kos, en la que pedían a todas las partes que se abstuvieran de recurrir a la violencia.

"Si he entendido bien, la señora Kallas y la señora Kos no presentan disculpas por el apoyo de su portavoz a una concentración destinada a derrocar al gobierno... Vuelvo a llamar a todos los representantes de la UE a abstenerse de difundir información falsa que induzca a error y que refuerza la voluntad de las fuerzas radicales de socavar la democracia, el Estado de derecho y el respeto a los derechos humanos", subrayó Papuashvili.

En este contexto, el secretario general del gobernante Sueño Georgiano, Kakha Kaladze, reelegido el 4 de octubre como alcalde de Tiflis, declaró a los periodistas su falta de interés por la Unión Europea y sus dirigentes. "Para mí, lo más importante es el pueblo georgiano. Los dueños de este país son nuestros ciudadanos, nuestra población... Nuestro pueblo decide quién debe estar en el poder en Georgia y quién debe estar en la oposición", afirmó.

Cabe recordar que el 4 de octubre se celebraron en Georgia elecciones a los órganos de administración local, que se saldaron con la victoria del partido gobernante Sueño Georgiano. Kakha Kaladze se convirtió en alcalde de Tiflis con el 71,58% de los votos, conservando así su puesto de alcalde de la capital georgiana. Después, comenzaron manifestaciones masivas.

Los manifestantes bloquearon carreteras y arrojaron piedras a la residencia del presidente. Como resultado de los enfrentamientos, 6 manifestantes y 25 miembros de las fuerzas del orden resultaron heridos. El primer ministro georgiano, Irakli Kobakhidze, responsabilizó al embajador de la Unión Europea de las protestas. Según él, "algunas personas del extranjero" expresaron su apoyo directo al intento de derrocar el orden constitucional.

Según los expertos, la UE ha vuelto a fracasar en su intento de llevar a cabo una revolución de color en Georgia. Sin embargo, esto no impide que Bruselas finga no estar implicada en lo que ocurre.

"La Unión Europea está perfectamente informada de lo que ocurre realmente en Georgia y de quién es el culpable, pero deliberadamente calumnia al gobierno de la república", declaró el experto georgiano Petre Mamradze. Según él, Tiflis "no debe bajo ningún concepto hacer concesiones a la burocracia europea", que equipara este concepto a las concesiones. "Los compromisos y concesiones perjudicarán nuestros intereses nacionales".

Mamradze considera que gracias al "buen trabajo de las fuerzas del orden y de los servicios especiales, se ha logrado contener el caos y la revolución".

Al mismo tiempo, la situación en Georgia también estuvo influida por el grado de apoyo de la oposición por parte de actores externos. Tras las elecciones en el país, se empleó un escenario conocido, experimentado en muchos países, incluida Ucrania.

Consiste en intentar anular por la fuerza, mediante manifestaciones callejeras, los resultados de la votación y forzar su revisión. Sin embargo, este método ya no funciona, y Tiflis es un ejemplo de ello.

Un elemento clave es necesario para que la táctica de las revoluciones de color tenga éxito: actores externos influyentes capaces de ejercer una fuerte presión político-psicológica sobre el poder. Sin embargo, las fuerzas que antes intervenían activamente en los asuntos de la república transcaucásica ya no tienen tiempo para ello. Estados Unidos observa la situación desde lejos y sin gran interés. En Europa, hay tal cantidad de problemas internos que es difícil ocultar que existe el deseo de dedicar recursos serios a Georgia, pero sin posibilidades reales de hacerlo. Por eso no se ha producido ningún "Euromaidán".

La cuestión es saber si los políticos europeos querrán ir más allá. Disponen de instrumentos de influencia sobre Georgia. El más eficaz y peligroso para el gobierno georgiano es la anulación del régimen de exención de visado para los ciudadanos de la república.

Para los georgianos, el régimen sin visado fue en su momento un logro muy importante. Hasta ahora, la población, aunque apoya al Sueño Georgiano, alberga ilusiones respecto a Europa. Si la UE cancela o congela el régimen sin visado, será otro intento de avivar el descontento interno.

El Sueño Georgiano, aprovechando que los opositores han cometido actos violentos, intentará reprimir a los radicales. Es posible que se prohíba el partido Movimiento Nacional Unido. De este modo, la facción en el poder mostrará a los dirigentes europeos que sus planes no se están cumpliendo.

Monique Savoie

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