Una extraña guerra de oligarcas

 




Markku Siira




«Rusia no necesita amenazar con utilizar armas nucleares. Rusia ha permitido que se crucen tantas líneas rojas [entre Ucrania y Occidente de la OTAN] que nadie en Occidente cree que los dirigentes rusos tengan el valor de pulsar el botón nuclear«, opina Ivan Muromtsev, un ruso afincado en Estados Unidos citado en elblog Slavland Chronicles, crítico con el conflicto ucraniano y el régimen de Putin.

De hecho, se han hecho muchas cosas con impunidad. En mayo de 2014 quemaron vivos a rusos en una casa sindical en Odessa. Esto siguió a ocho años de matanzas de rusos en las zonas del Donbass controladas por los rebeldes. Putin no lanzó la «operación militar especial» hasta 2022.

Muromtsev estimó que «el ejército ruso podría ganar la guerra en un mes, pero no se le permitirá ganar». La razón es que, a pesar de la demonización de Occidente y de que Putin califique a Rusia de «autocracia», Rusia sigue estando gobernada por un círculo interno oligarcas, es decir, personas muy ricas y poderosas.

El aparato estatal ruso debe servir ante todo a sus intereses. Los oligarcas y las autoridades que les obedecen «atan de pies y manos al ejército ruso». La influencia de los círculos capitalistas en el generalato explica también muchas de las rarezas de la guerra actual. «Con la ayuda de los oficiales, los oligarcas dibujaron en el mapa de Ucrania dónde estaba bien luchar y dónde no», afirma Muromtsev, coloreando su hipótesis.

El ejército ruso se ve obligado a luchar en una «guerra oligárquica turbia», que se ha presentado a la población como una «guerra justa para liberar Donbass». Sin embargo, «no hay que tocar los oleoductos de Ucrania, no hay que acercarse a los gasoductos y no hay que destruir los puentes [del Dniéper]». «¿Cómo podría tener éxito una guerra de esta manera?», se pregunta Muromtsev.

Los oligarcas rusos no quieren «ganar la guerra en Ucrania». Algunos gobernadores, generales y funcionarios rusos son accionistas de monopolios, por lo que tampoco les interesa la victoria militar. Esto significaría el fin del tránsito de petróleo y gas y de los beneficios del comercio.

Si hemos de creer a las voces críticas, no habrá victoria para Rusia, porque la «victoria» ni siquiera forma parte de los objetivos de esta guerra de banqueros. Los oligarcas quieren quedarse con Ucrania. Necesitan un «acuerdo de paz de Minsk III», que será una derrota para Rusia, pero que puede presentarse al pueblo ruso -con la ayuda de la televisión y de los «patriotas»- como un empate satisfactorio, por no decir otra cosa, coronado por un acuerdo de paz de rescate.

En opinión de Muromtsev, los extraños vericuetos de la operación militar especial son «obra de las autoridades para proteger los intereses de la oligarquía rusa». Si este es el caso, no hay perspectivas de una toma de Kiev, ni de un espectáculo final de potencia de fuego. Pero, ¿quién tomará en serio a Putin si la mayor parte de Ucrania sigue siendo de interés occidental?

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