En sus relatos aparece una humanidad multiforme, conocida en el mar o en lugares exóticos y lejanos, retratada con la paleta áspera del realismo
por Dionisio di Francescantonio
https://www.barbadillo.it/115456-il-centenario-della-morte-di-joseph-conrad-e-del-cuore-di-tenebra/
Joseph Conrad
(Berdyčev, 3 de diciembre de 1857 - Bishopsbourne, 3 de agosto de 1924)
Qué cosa tan extraña es la vida, este misterioso artificio de lógica implacable ante un propósito tan fútil. Lo más que uno puede esperar es un cierto autoconocimiento -que llega demasiado tarde- y una cosecha de lamentos insaciables.
El mar, teatro de la experiencia formativa de Conrad y de sus principales novelas, tiene en él una doble alma: en sus relatos aparece una humanidad multiforme, encontrada en el mar o en lugares exóticos y lejanos, retratada con la paleta áspera del realismo, pero el mar es también un lugar metafísico, un espacio apartado de plenitud y soledad, donde los conflictos espirituales alcanzan fácilmente posiciones extremas y donde los hombres se enfrentan dramáticamente a lo absoluto. La grandeza y la originalidad de Conrad consisten en saber dar a los fantasmas del espíritu los rasgos plásticos de la realidad y elevar la cuidada escritura verista a las enrarecidas profundidades de la metafísica. Sabe desvelar las esencias ocultas de la acción humana, poniendo al desnudo el núcleo cruel del instinto en los quebradizos afanes del alma.
Pero en esta inclinación suya, se percibe un compromiso materializado por el escepticismo y marcado por una sensación de extrañeza melancólica. De hecho, es, por elección, un escritor anglófono, pero en realidad es un autor cosmopolita, un hombre sin patria, un desarraigado que encuentra, precisamente en el sentido de desarraigar su existencia como hombre y como narrador, la manera de encontrarse cara a cara con su propio doble o con el otro de sí mismo. Su narración se adentra en la parte secreta y oscura del alma humana, sondea el torbellino de la irracionalidad de la vida y revela las causas de las acciones incumplidas, de las vocaciones evadidas o repudiadas, del vacío del alma que envilece toda pasión.
Su mirada se caracteriza por una cólera ambivalente, dirigida más hacia sí mismo que hacia los demás, ya que su existencia está marcada por el remordimiento del abandono de Polonia, su patria, y la traición de los ideales patrióticos de su padre, que encontró una muerte prematura por esos ideales, para convertirse en un peregrino del mar y del mundo, un observador de los impulsos secretos que llevan al hombre a traicionar ese código de honor que sólo permanece firme en nuestras intenciones y que tan a menudo abandonamos, porque la desintegración del valor de los códigos, que él percibió a una edad temprana gracias a su condición de «extranjero» allí donde se encontrara, frustra cualquier idea de la historia como progreso optimista, es decir, de ese camino de avance a la luz de la civilización en el que Europa, en su tiempo, se engañó a sí misma marchando triunfante, y que en cambio condujo a un repliegue en la oscuridad anidada en la ambigüedad de nuestro ser más profundo.
Más que nadie, Conrad sintió que el nuestro era un viaje al «corazón de las tinieblas» que nace del encuentro con nuestro doble, con ese otro distinto de nosotros mismos que entra en contacto con nuestra conciencia y la contamina con su diversidad. Por eso utiliza la novela aventurera del viaje al más allá, sacándola del optimismo eurocéntrico y positivista en cuyo horizonte nació, para entregarla al espíritu resbaladizo y doliente de la modernidad de Occidente, que precisamente en la confrontación con el otro ha acabado perdiéndose a sí misma, junto con sus certezas y el orgullo de sus logros civilizatorios.
Texto y dibujo de Dionisio di Francescantonio extraídos del catálogo de la exposición "Profetas inauditos del siglo XX. Sesente y seis personalidades fuera de la caja" (comisariada por Andrea Lombardi y Miriam Pastorino), ilustrada con dibujos de Dionisio di Francescantonio y reflexiones de intelectuales, escritores y críticos de arte», Génova 2022.
Dionisio di Francescantonio
Commentaires
Enregistrer un commentaire