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El mundo irreal llamado Metaverso


Il mondo irreale chiamato Metaverso
por Marcello Veneziani

Fuente: Marcello Veneziani & https://www.ariannaeditrice.it/articoli/il-mondo-irreale-chiamato-metaverso

¿Recuerda el antiguo sueño de un mundo nuevo, de un mundo mejor? Una nueva tierra por descubrir, una nueva sociedad por fundar, un nuevo planeta por conquistar, una nueva humanidad por generar, a través de la navegación, la exploración, la revolución, la investigación. Pues bien, toda esta espera de un nuevo mundo, el paraíso en la tierra, ha tomado hoy la forma del mundo virtual, una evolución de internet, y se resume en una palabra mágica o más bien en una varita mágica: metaverso. La palabra tiene más de treinta años, pero su lanzamiento desde la plataforma del futuro es mucho más reciente, después de la pandemia. Para ser reductivos, Metaverso es el heredero de Facebook, aunque se ha expandido a otros vectores sociales y gigantes de la tecnología y la web. Es la evolución de Internet y del mundo digital, pero sobre todo, es el empuje hacia un mundo virtual que ocupa el lugar del mundo real; la identidad se evapora, el avatar sustituye a la persona real, se entra en un mundo paralelo, sin recurrir a la fantasía literaria ni al uso de estupefacientes.


Más allá de la curiosidad por la novedad y la apertura a los nuevos logros del desarrollo tecnológico, ¿queremos interrogarnos sobre su significado, su esencia y sus efectos sobre la humanidad? No se cuelgue de los labios del Sr. Zuckerberg, los apóstoles y agentes entusiastas del nuevo mundo. En su lugar, intenten elevarse un plano para captar el alcance global de esta anunciada revolución, que también se ha convertido en un anuncio comercial, eufórico y escatológico, como las viejas utopías del nuevo mundo, del mundo mejor. Intentemos pensar en el metaverso. Existen numerosos textos que explican sus maravillas y los universos que abre, que hacen de él historia y casi la hagiografía de sus pioneros, y que infunden ese crisma de inevitabilidad: éste es el futuro hacia el que nos dirigimos, y si no va con las piernas, será arrastrado o arrastrada. Fatalismo de alta tecnología.

En su lugar, me gustaría comenzar con un pequeño texto de un filósofo que se posiciona abiertamente en contra del Metaverso, como ya dice el título de un folleto de Eugenio Mazzarella, publicado por Mimesis. Mazzarella enseñó filosofía teórica en Nápoles, y eso puede bastar para que algunos no lean el librito: filosofía teórica, cuánto más alejada del mundo real. Pero el texto es una defensa de la realidad, de la presencia, del mundo eterno frente a los embates de quienes querrían trascenderlos y anularlos. Y desenmascara el uso distorsionado de ciertas palabras clave: comunidad, inteligencia artificial, onlife, es decir, vida transferida en línea.

Para empezar, el término comunidad global es un oxímoron. Toda comunidad y un nosotros distintos del resto, nacidos de una delimitación, de una frontera, de una proximidad electiva y afectiva, no son globales. Pero entonces, no se trata tanto de comunidad como de soledad global y masiva. Y no tiene como protagonista a ese "nosotros" que sólo es usuario, conejillo de indias y consumidor.

En resumen, ¿cuál es el peligro de Metaverso? Sustitución. 
El mundo real, las identidades, la vida y la naturaleza, son sustituidos por esta Gran Burbuja, mentira o ilusión, en la que desaparece la realidad, y todo lo que la constituye: historia, pensamiento, vida, presencia, cuerpo, para entrar en este universo virtual. Una "simple" red social se transforma en un universo paralelo en el que sumergirse y habitar. La metanoia, o más bien la transmutación, el acceso al cambio está permitido a aquellos que se despojan de sí mismos y adoptan la apariencia de un avatar, y se van a vivir a este otro mundo, pero permaneciendo cómodamente en el sofá de su casa. Falsos viajes, falsa socialidad, verdadera soledad doméstica. Luego, para endulzar la píldora con las habituales tranquilizaciones bonachonas y humanitarias, le dicen que teletransportarse quedándose en casa beneficia a los desfavorecidos, a los discapacitados. Pero el problema es que perjudica a los que no lo son e impide que el mundo real se traslade al mundo irreal. La coartada de los discapacitados es un poco como la de los contrabandistas y las ONG que utilizan a niños para desembarcar a inmigrantes ilegales.

En el Metaverso, la diferencia entre vivos y muertos también desaparece, se puede vivir en vídeo más allá de la muerte; pero lo contrario también es cierto, morir en vida, perderse y trasladarse a este otro lugar virtual.

 

Detrás de todo esto, tiene razón Mazzarella, se esconde una pulsión neognóstica que desprecia el cuerpo, odia la carne, detesta la realidad, la naturaleza y sus límites. Los riesgos de alienación, adicción e incluso esclavitud son evidentes, viviendo en esta materia sin materia, al son de chips y bytes. Se pierde la distinción entre lo real y lo virtual, entre lo humano, la máquina y la naturaleza. En este sentido, el filósofo tiene razón al exponer el mal uso de términos clave en la infoesfera como inteligencia artificial: la inteligencia, que es intuición, sensibilidad, humanidad, capacidad de leer por dentro (intus legere) no tiene nada que ver con la computación automatizada y artificial. Falsificar la realidad es un error. La inteligencia no es sustituible.


En el mundo de la tecnología, sin embargo, se aplica la ley de Gabor: lo que puede hacerse, debe hacerse y se hará. Y podríamos añadir un corolario: si usted no lo hace, tarde o temprano otros lo harán, en otros países, y se aprovecharán de las ventajas. Entonces, ¿es inútil oponerse? La cuestión no es detener o frenar estos procesos, sino saber equilibrarlos: a los que sustituyen el mundo real por mundos virtuales, se puede oponer el redescubrimiento del mundo real, entre historia y naturaleza, tradición y civilización. Otros mundos habitan ya al hombre en la naturaleza y en la cultura, con cuerpo, mente y alma. No dejemos que se atrofien.


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