Una soberanía limitada

A sovranismo limitato

por Marco Travaglio

Fuente: Il Fatto Quotidiano & https://www.ariannaeditrice.it/articoli/a-sovranismo-limitato

Nuestro grado de simpatía por Berlusconi es conocido desde hace algunos años. Así que despersonalicemos. Imaginemos que el presidente de Ucrania, uno de los países más corruptos y más pobres de Europa (dos factores que distan mucho de estar desconectados) desde mucho antes de que fuera atacado por Rusia, invita a su casa al primer ministro de un gobierno que contribuye, con ayuda financiera y militar, a mantenerlo artificialmente con vida. Y luego, incumpliendo todo deber de hospitalidad y toda norma de buena educación, aprovecha la rueda de prensa conjunta para insultar a un aliado del premier que tiene el grave error de no pensar como él. Cualquier otro premier interrumpiría la rueda de prensa, la visita y quizá las relaciones diplomáticas, no sin antes explicar al insolente colega cómo funcionan las cosas en una democracia real: todo dirigente político, como todo ciudadano, es libre de expresar lo que piensa sobre la guerra, la paz, las negociaciones y cualquier otro tema de su elección aunque nadie haya bombardeado su casa, y ningún gobierno extranjero, aliado o no (y Ucrania se encuentra entre los no aliados, ya que afortunadamente aún no forma parte ni de la UE ni de la OTAN), tiene derecho a husmear. Esto puede parecerle extraño a Zelensky, que ilegaliza los once partidos de la oposición, detiene al líder del principal, unifica los canales de televisión en un único canal de propaganda (el suyo) e impide que ocho reporteros italianos informen sobre la guerra sin su permiso. Pero, afortunadamente, Italia no es Ucrania, aunque lleva un año violando su Constitución para enviar armas a su país diciendo que quiere facilitar las negociaciones Kiev-Moscú, lo que sin embargo Zelensky prohibió el 4 de octubre por decreto.


No es que la injerencia de Zelensky en los asuntos internos italianos sea un caso aislado: las cancillerías de la UE, la OTAN y Estados Unidos no han hecho otra cosa desde tiempos inmemoriales. Pero al menos los hemos elegido como aliados y tenemos que aguantarlos. Ucrania no. Y es Kiev quien necesita el dinero y las armas de Roma, no al revés. Así que la idea de Zelensky repartiendo boletines de notas y patentes de fiabilidad a tal o cual país que se desmaya por Kiev ya es ridícula. Pero aún más ridículo es que en Italia la llamada información acuse a ese líder al que no nombramos de desacreditar a Italia en el mundo por expresar sus pensamientos, acertados o no, no importa. En un país serio, el presidente de la República ya habría intervenido para volver a meter en cintura al ucraniano, con las mismas palabras con las que cerró la boca al ministro francés Boone que nos enseñaba a votar el 25 de septiembre y amenazaba con "vigilarnos": "Italia puede cuidarse sola". En cambio, por desgracia, Mattarella guarda silencio. Y Meloni también calla, mostrando cada vez más cómo es su "soberanía": una soberanía limitada.



 

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