B-(RICS)
de Pierluigi Fagan
Fuente: Pierluigi Fagan & https://www.ariannaeditrice.it/articoli/b-rics
El 2 de octubre tendrá lugar la votación de las elecciones presidenciales en Brasil. El enfrentamiento se polariza entre el presidente Bolsonaro y el aspirante Lula. Ninguna encuesta da la victoria a Bolsonaro y las que dan la victoria a Lula lo hacen por varios márgenes, adjunto la encuesta de las encuestas (promedio de todas las encuestas).
Si Lula gana aunque sea por un voto más del 50% se convertirá en presidente, de lo contrario irá a la segunda vuelta a finales de octubre. Incluso allí Bolsonaro tiene pocas esperanzas de que la preferencia fluya hacia otros candidatos, muchos votarían por Lula aunque con el triste juicio del "mal menor". Sin embargo, existe cierta aprensión sobre esta posible segunda fase. El choque entre ambos, o más bien entre los dos bloques sociales y de intereses, promete volverse muy amargo. El ejército, los evangélicos y el capitalismo fazendero, que apoyan abiertamente a Bolsonaro, podrían intentar darle la vuelta a la tortilla. Las letanías preventivas sobre la manipulación del voto al estilo de Trump por parte de Bolsonaro ya son de gran volumen.
El FMI'22
sitúa a Brasil como la décima economía del mundo, justo por detrás de
Italia. La escasa diferencia con la resistencia de la economía brasileña
basada sobre todo en un gran tesoro de materias primas y la anunciada
recesión italiana dentro de la europea dentro de la occidental, hacen
prever que Brasil nos superará el próximo año. Además, las previsiones a
medio plazo sitúan a Brasil aún más arriba, por lo que es sólo cuestión
de tiempo. Este año, el FMI revisó su previsión para Brasil en abril,
duplicando la estimación de crecimiento (hasta el 1,7%).
Para
entonces, ya el año que viene, deberíamos tener un panorama
perfectamente multipolar de las principales naciones ricas. Tres
asiáticos (India, China y Japón, con los dos primeros en crecimiento),
tres europeos (Alemania, Francia e Italia, los tres en declive no
episódico), dos norteamericanos (Estados Unidos y Canadá), uno
sudamericano (Brasil), más el Reino Unido, que se encuentra en una
tormenta monetaria y económica, en parte autoprovocada por la intrépida
Liz Truss que, al parecer, no tendrá mucho futuro por delante. A
continuación viene Rusia, que tendrá un retroceso, Corea del Sur en
ascenso, Irán, México, Indonesia en ascenso. Así va el mundo.El
primer socio comercial de Brasil es China (datos de la OEC-MIT de
2020), que representa el 32% de las exportaciones y el 23% de las
importaciones. Pero las exportaciones, en general, están ligadas a la
economía asiática en un 53% por lo que se benefician de la locomotora
más potente de la economía mundial, hoy, mañana y pasado mañana. Además,
como se ha mencionado, Brasil es un príncipe en materias primas: soja,
hierro, aceite, maíz, azúcar, carne, etc.
Dicho
esto, ¿qué podemos esperar en términos geopolíticos del nuevo
Brasil-Lula 2.0, siempre que todo vaya según lo previsto y no haya
sobresaltos extraelectorales (lo que no es un hecho)?
Ni
más ni menos que Lula 1.0, pero en un nuevo contexto. El propio
Bolsonaro, aparte de un enamoramiento de Estados Unidos en la época de
Trump, pero también por la composición de la élite fazendera que lo
apoyó, no sacó a Brasil de los BRICS, entre otras cosas por la razón
obvia que describe el análisis de los flujos comerciales antes
mencionado. Sin embargo, Lula fue uno de los fundadores del foro BRICS.
Pero de Lula también se puede esperar un fortalecimiento de la
cooperación entre los países de América del Sur y Central, algo que, por
otra parte, ya marcó su primera presidencia (2003-2011). De hecho,
Brasil es el polo natural de la zona y, con mucho, y se sabe que Lula
está avanzando hacia la formación de sistemas macrorregionales, su
propia consistencia económica, por tanto geopolítica, además de sus
propios volúmenes económicos, se basa en ser el nodo de la red de un
sistema mayor que cuenta con cerca de una vez y media la UE (666
millones de datos de la ONU '22).
América
Latina se prefigura así como un socio ideal para Asia e incluso un
posible modelo para el problemático desarrollo africano. Por supuesto,
todo esto es "en perspectiva". Tal y como están las cosas, América
Latina sigue llena de problemas, pero está en un proceso de crecimiento
y, por lo tanto, tiene la capacidad de afrontarlos.
¿Y los Estados
Unidos? Conocemos la posición histórica de guardián no solicitado que
los norteamericanos han tenido y siguen teniendo hacia los del Centro y
del Sur. Sin embargo, en los últimos años no se observa una presencia o
capacidad de subversión tan grande como en el pasado. El tiempo pasa,
Estados Unidos tiene sus propios problemas internos y cada vez más
externos, hoy acaparados por la crisis ucraniana-rusa-europea, mientras
sabemos que la más importante apunta a China-Asia, con enredos donde la
maraña geopolítica tiene su apoteosis, es decir en Oriente Medio. Por no
hablar del problema de la retirada de los europeos de África y la
entrada de los chinos, indios, coreanos, rusos, etc. Sin embargo,
América Central y del Sur están vinculadas por fuertes y naturales
intereses económicos con EE.UU., el propio Brasil tiene a EE.UU. como
segundo socio importador después de China; por lo tanto, mientras sigan
los "negocios de siempre", en lo demás tendrán que conformarse. Además,
siendo realistas, ya no estamos en los años 60 y 70, repito, los lazos
económicos son estructurales (están en el mismo continente), por lo que
están garantizados hoy, mañana y pasado mañana.Después
de que el improvisado Guaidò en Venezuela terminara en risas y del
fracaso total de la "Cumbre de los Americanos" que Biden organizó en Los
Ángeles este año, así como del giro a la izquierda del histórico
pied-à-terre de Colombia, quizás alguien en Washington haya empezado a
darse cuenta de que los tiempos no son lo que eran. Siendo realistas,
hay cosas que ya no se pueden hacer y es hora de adaptarse al cambio
cuando éste tiene resultados irreversibles. Si los dólares siguen
entrando, uno hará de la necesidad virtud. Pero por precaución, todo
esto puede arrojar alguna sospecha sobre lo que puede ocurrir en el mes
de campaña electoral si Lula no tiene mayoría en la primera vuelta. No
es un misterio que el ejército, los evangélicos y el capitalismo
fazendero que respaldan a Bolsonaro tienen fuertes lazos con Estados
Unidos y que este país está muy nervioso en estos días. Ya lo veremos.
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